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ic cia tal 84 EXERCICIOS ESPIRITUALES. te, y en todas ocasiones me miraste cón amor, en el Cielo y en la tierra, en las honras y deshonras, en la yj. da y en la muerte, en el tiempo y enla eternidad! Jus. to es, debido es que mi corazon , mi voluntad y mial. ma se empleen en amar vuestra bondad y agradecer vuestras eternas misericordias. Dadme , Señor, vuestra gracia para que yo haga eficaces mis resoluciones. pin] TT ATIDA SOBRE EL VOTO DE OBEDIENCIA. Omnis anima potestatibus sublimioribus subdita sit. Cap. 13. v. 1. de Ep. Paul. ad Rom. No ignorais, venerables Religiosas, que la desobe- diencia fué el primer pecado que se cometió en el mun- do. Adan fué siempre felíz miéntras fué obediente; pero en el momento mismo en que se apartó del suave yugo del precepto del Señor, fué un desgraciado que arrastró a sí-mismo y á su triste posteridad á la mayor miseria. Todos quantos desórdenes se han cometido en el mun- do desde su principio , y quantos se cometerán en él hasta el fin y consumación de los siglos , podemos cier- tamente llamar pecados de indbediencia , porque todos contradicen y se oponená la voluntad de Dios. La obe- diencia es el mayor sacrificio que podemos ofrecer al Señor. Por la pobreza nos desprendemos de las riquezas de la tierra ¿"de que algunos filósofos se desprendieron voluntariamente por librarse de sus embarazos y enojo- sas inquietudes: por la castidad le ofrecemos nuestro cuerpo, cuyos impetuosos apetitos avergiienzan innu= merables veces la misma luz de la razon; pero: por la obediencia le sacrificamos lo mas precioso de «nuestra alma, que es su independencia, su libertad, su juicio, y todo su querer. Virtud admirable que prácticó en un a rm re

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