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Dra SÉPTIMO. 89 de la tierra sois llamados , ¿cómo os habeis disipado sin provecho? Si erais luz, ¿cómo no iluminasteis á los que estaban sentados en las tinieblas y sombras de la muerte? Si erais Apóstoles , ¿ por qué: no usasteis de la apostólica firmeza contra los vicios ? Si erais llamados boca de Dios , ¿cómo permaneciais mudos? Si no os sentiais con fuerzas para sostener el enorme peso del ministerio sacerdotal , ¿pór qué fuisteis tan ambiciosos en pretenderle ? Si os hallabais con pró-= porcion y talentos para cumplir sus obligaciones, ¿cómo viviais tan:ociosos y negligentes? Pero ¡ ay ! que nada.os mueven las voces de los Profetas, nada os intimidan las leyes del Evangelio , nada os enfer- vorizan los exemplos de los Apóstoles , nada “os ani- man la piedad , la religion ¿ ni el triste estado. de la Iglesia. Nada , nada os mueven el: formidable juicio de Dios, los premios eternos que el Señor tiene reser- vados para la virtud , ni los interminables tormentos con que castigará el pecado.” Ved, señores, si es posible que yo pudiera dirigiW ros mas oportunamente la sólida y enérgica declama- cion de este santísimo Prelado tan benemérito de la Iglesia , que quando trato de.exhortaros, y exhortar- me á mí mismo , á adquirir la ciencia necesaria para el cumplimiento de nuestras grandes obligaciones. Porque en hecho de yerdad , si somos llamados boca Lom, 11, M
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