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Dra séPTIMO. 8s to y de mi dulcísima Madre, y de todos los Angeles y Santos: malditos para siempre, id al fuego eterno, á los-tormentos espantosos del infierno, vebementí= simos.en -su intension, innumerables en su multitud, interminables en su duracion: Discedite d me male» dicti in ignem eternum. ¿Serás tú, alma mia, tan ins feliz, que hayas de oir sobre:tí una sentencia tan for» midable? El corazon se 'acongoja; faltan las fuerzas, y el espíritu desmaya al considerarlo. Y si te conde- nas, ¿qué será? ¡Ay ! ¡ay de tí, que mas te valiera no haber nacido! Pero mira ,¿alma,mia , mira con aten- cion, y adyierte como los demonios acometiendo con implacable saña á los réprobos , los van arrojando á millares en-las' mas hondas cavernas del abismo ; y al mismo tiempo los Santos, los Angeles, María Sán- tísima- y Jesuchristo caminan por-esos ayres al cielo llenos de gozo , de alegría y de gloria. Vuelve, vuel= ve, óÓ alma desventurada , esos tristes OjOS , y ántes que te sepultes en-los braseros eternos, despídete pa- ra siempre de todos los moradores del cielo. A Dios, Angeles bellos, que tantas veces me enseñasteis el ca- mino de salvarme, que tantas yeces me llevasteis en vuestras manos, para que no tropezasen mis pies en el camino de la vida: ya voy con perpetúo llanto 4 pagar en el abismo el no haberdado crédito á vuestras ilustraciones. A Dios Santos y Santas del cielo, cuya