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Dia SEXTO. $ un brillante esquadron de Confesores, una asam=- blea. respetable de Patriarcas , Profetas y Apóstoles: yerás una multitud innumerable de Angeles y Santos; pero todos concordes, unidos en caridad, ricos, sa- bios, sanos, robustos y resplandecientes. ¡O qué grande es la casa de Dios , exclamarás, alma mia! ¡O qué grande es el lugar de su morada! ¡Grande es, y no tiene fin ! ¡Excelso é inmenso ! ¡Qué gozo , ale ma mia, tendrán los ojos que en este mundo se mors tificaron por amor de Dios, quando vean aquella di- chosa patria y sus moradores ! Si apareciéndose acá en la tierra un Angel ó un Santo, enagena y saca fuera de sí á las almas que le ven con el gozo espi= ritual que las causa, ¿quál será el que tendrán enel cielo; quando no un Angel; ni un solo Santo , sigo millares de millones de Santos y biena Ventosa píritus se le pongan á la vista? Quando no hubiera en el cielo otro bien que la vista de María Santísima, decia una alma santa, habiamos de trabajar millares de años por gozar tan imponderable bien. ¿Pues qué será ver la humanidad de nuestro Salvador Jesus, que excede infinitamente en gloria 4 todos los bieas aventurados ? ¡Ay! ¡qué cortos son questros alCancos para conocerlo ! Tambien los odos er estadal, tacto y los demas sentidos estarán Tebosandos | gría con las músicas celestiales, Y GOMAON