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408 Exercicios EsPIRITUALES. órden á nosotros, justamente para con riuestros pró» ximos, y piadosamente en órden á Dios. Aplicadas al juego estas tres divinas reglas, resultará lícito, resul- tará virtuoso, y podrá un Sacerdote emplearse en él. Pero es.mencster confesarlo de buena fe , que hay tambien juegos malos, de que debe precisamente apartarse un Sacerdote : ya porque unos son intrín= secamente ó por su propia naturaleza pecaminosos, ya porque otros lo. son por las prohibiciones de las leyes canónicas y civiles, y ya tambien porque otros nos apartan de nuestras obligaciones sacerdotales, ó nos retardan y dificultan su cumplimiento. En este sentido debemos separarnos de semejantes diversio- nes, si pretendemos mantener la paz con nuestro Dios. Lo sabeis muy «bien, venerables Sacerdotes, na debeis ignorarlo. No solo los sagrados cánones nos prohiben los juegos de suerte, azar y fortuna , de qualquier modo que se llamen, sino que hasta el ver- los jugar nos está prohibido por. las santas leyes de la Iglesia. Nuestra concurrencia en semejantes asam- bleas seria injusta, seria viciosa, seria escandalosa, y estariamos obligados á restituir los jugadores lo que ganásemos, y-4ilos, feligreses lo'que Po (1). aluomstido: someviv sup 515q , olgia lyb-<obsib (Í- Innocenc. UI. in Concil, Later. dist. xxxv. et Can. rv. Ñ ex dict. Apost. BENI e MÚsd bo-IugT ¿dol

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