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Dra: DECIMO. 897 te, le juzgará, le sentenciará y le condenará: la ma=- no pesadísima de Dios st hará sentir sobre él entre- gándole para siempre á los demonios para que le co- loquen en aquel lugar del infierno , 4 que le conduxo su iniquidad. Descendamos por un momento con la consideracion á aquel sitio de tinieblas, 4 aquella re- gion de sempiterno horror y espanto , y miremos en él 4 un Sacerdote vicioso. ¿Qué paz podrá tener den- tro de sí mismo ? ninguna : ¿ qué paz fuera de sí mis- mo ? ninguna : ¿qué paz por la compañía de los con- denados y demonios? ninguna : ¿qué paz por sus tor= mentos? ninguna : ¿qué paz temporal ó eterna ? nin- guna. Atormentado por el fuego, turbado por su propia conciencia , afligido por los demonios, y condenado por Dios , querrá salir de aquel lugar de los tormentos , y no podrá: querrá dexar de pa- decer , y no podrá : querrá ir al cielo, y no podrá: querrá huir del infierno , y no podrá. ¡O que horren- da.cosa es , venerables Sacerdotes , querer una cosa que jamas será ¿y aborrecer una cosa que jamas de- xará de ser ! Oidlos , eseuchadlos, cóimo se lamentan en los braseros eternos : ¡Infelices de nosotros que erramos el camino de la verdad! ¡ Infelices de noso- tros que nos hemos fatigado andando por las vere- das ásperas y dificiles del pecado ! ¡Infelices de no» sotros que despues de una vida inquieta , fatigosa y