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Dra NOVENO. 305 sitá», si la enfermedad no fuese aguda, é-instase mas la necesidad ; mandasen confesar al enfermo; y «qué esto lo cumplan así. pena. de excomunion ipso::faoto incurrenda,+ y otras que pueden verse en el ritual romanos Á laverdad, no! seria menester que la Iglesia nuestra piadosa y santa madre usase de este rigor, si: los. venerables Párrocos y los señores médicos, considerando la afliccion: de la ¡naturaleza en un enfermo, los dolores é inquietudes: que le ator- mentan , el desasosiego de la conciencia, el temor de la muerte , y la debilidad de:la razon, procurasen en tiempooportuno prevenirle para que recibiese los Sa- cramentos, y no muriese destituido-de estos auxilios. Nunca podrán los Párrocos cumplir esta graye obligacion , particularmente .en-los--pueblos donde no hay médicos , si luego que sepan que alguno de sus feligreses ha caido.enfermo , no pasasen á vi- sitarle y consolarle , sin esperar á ser llamados, Preciosas.son las palabras-«del ritual romano en esta parte. * Acuérdese el Párroco, dice, de que no es una de sus menores obligaciones el cuidado" de los enfermos : apénas llegue 4 su noticia que algu- no de los fieles encomendados á su cuidado ha en- fermado , no espere á que le llamen , sino vaya de su propia voluntad, y vísitele no. una vez so- la, sino muchas veces; y, exhortará á sus feligreses Tom. II, Qq

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