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Dra sexrTOo. 21 María, concuyo soberano patrocinio voy á demostrar brevementeel hermoso asunto que acabo de proponer. Á: todos es necesaria la castidad , decia San A gus- tin, pero principalmente á los ministros del altar; cuya vida debe ser enseñanza para los demas, y una continua predicacion. Porque tales ministros debe te- ner Dios ,dice el mismo Santo , que no sean corrom- pidosvon el contagio del vicio de la lascivia (1). Á las primeras reflexiones conoce la razon humana la exis+ tencia de un Ser eternamente perfecto que sacó de la nada todas las criaturas, y exige de ellas unos mi- nistros puros de su culto, y una adoracion verdade= ra. Muchos gentiles conocieron esta verdad, como Só- crates, Platon , Trimegistro:, Aristóteles , Ciceron y otros; pero la mayor parte de ellos, no atendiendo 4 los clamores de la razon , y entregándose al desórden de sus pasiones, fingiéron innumerables divinidades, establecieron diferentes ministros para su culto, y or- denaron variedad de sacrificios. ¡ Lastimoso extravío de la razon! ¡Lamentable desórden del corazon huy- (1) In omnibus castítas necessaría est , sed maximt mintéa tris altaris , quorum vita aliorum debet esse eruditió y er asista dua salutis predicatio. Tales enim decet habere Dominum mis nistros, qui nulla contagione corrampantur. S, Aug. Serm. xL1x de. tempore, : )
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