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Dra ocTayvo. 183 dos, mugeres tan incontinentes , doncellas tan inmo- destas , si los ministros de Jesuchristo explicasen 4 todos con la divina palabra sus respectivas o! ligas ciones? Venerables Párrocos, carísimos padres, y se» ñores mios : considerad que en el tribunal del Omni» potente os hallareis reos de todos.estos delitos, por» que no procurasteis impedirlos con el exemplo y 12 doctrina. Pero ¡ay! qué cosa tan triste será que os yeais precisados á decir: Ve mibi , quia tacuí, quanz do este arrepentimiento sea infructuoso. ¿Qué reme= dio? Predicar el Evangelio. ¿Qué remedio? Predicar> le.endos:tiempos y «dias que manda nuestra madre la Iglesia. ¿Qué remedio en fin ? Predicarle como con= viene; pero €sto nos falta que manifestar en esta ter. cera y última reflexion, 3307-23 aBNGO El No pefmita Dios que se mé presente niaun 4 la imaginacion el temerario y arrogante pensamiento de constituirme maestro de la oratoria sagrada. Quando deseo. mostraros cómo habeis de predicar, no: son otros mis pensamientos que el que escuchemos y obe- dezcamos á las reglas que nuestra santa madre la Jglesia nos ha dado en esta parte. Desde el principio de estos santos Exercicios habreis advertido que todo quanto hemos dicho , ó la mayor parte, lo. hemos tos mado de las divinas Escrituras , de los sagrados Cá= nones, de los Sumos Pontífices, y de los Santos Padres
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