BCCPAM000538-4-09000000000000

DIA OCTAVO, 181 Confieso , señores , que mi corazún se llena de pe- na y de dolor al confrontar estos decretos concilia- res , fundados en el precepto divino intimado á los Sacerdotes por Jesuchristo , con la conducta de ins numerables Párrocos negligentes y omisos en apa- centar sus ovejas con la doctrina del Evangelio. ¿Creen estas reglas de la Iglesia, óÓ se persuaden ser invenciones nuestras, aquellos ministros mudos, que en la mayor parte del año no explican á su pueblo las verdades eternas que deben creer , los Sacramen- tos que han de recibir , los: mandamientos que han de observar, la oracion 4 que se deben dedicar, y las obligaciones del estádo, empleo y oficio que deben cumplir ? Si no las creen , ellos ciertamente no son christianos, y ya estan juzgados, dice el Evangelista San Juan: Qui non credit, jam judicatus est (1)..Pero si las creen, como nos lo persuadimos , ¿en qué con- ciencia cabe pasar tranquilamente la vida , omitien= do habitualmente una obligacion tan esencial? Si no tenian los talentos necesarios para anunciar con esta freqiiercia el Evangelio, ¿para qué pretendieron el ministerio pastoral? ¿Para qué pusieron sóbre sus dé. biles hombros una carga formidable 4 los mismos Angeles? Y si se hallan con proporcion para ins- (1) Joan. c. 111. y. 18.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz