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Dia OCTAVO. 175 En su vista ya no podreis extrañar que diga mos ser este divino libro la suprema é inefable regla de las costumbres y la fe: que en él se halla quanto de- bemos creer y obrar para vivir christianamente, y que el Evangelio es luz para los ciegos, salud para los enfermos , vida para los muertos , instruccion pa- ra los ignorantes, guia para los extraviados y con- suelo para los afligidos. En el Evangelio se encuen- tra aquella doctrina que vaticinaron los Profetas, que creyeron los Patriarcas, que predicaron los Apóws* toles, que con su sangre y su vida confirmaron los Mártires, que aprendieron y .enseñaron los Confe- sores , que siguieron y practicaron las Vírgenes, y que forma el modelo mas perfecto.de todos los pre- destinados. Con el Evangelio se han confundido las heregías, los cismas y los errores que en: la. suce- sion de los siglos se han levantado entre los chris- tianos. Con él se han disipado las. tinieblas del gen- tilismo, han desaparecido las vanas esperanzas de la sinagoga , y la fe del christianismo. se ha dila- tado hasta los extremos de la tierra, Con el Evan- gelio... ¿ pero quándo acabariamos, si nuestra teme- ridad fuera tan grande que pretendiera formar un elogio digno del Evangelio? No, señores : no tra= tamos de eso , sino de inspiraros , segun la pequeñez demuestros talgutos, una veneracion digna de este

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