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Dra octavo. 165 con lágrimas el rigor de los elementos! ¡Sin mas ha- bitacion que un portalillo ! ¡ Sin mas abrigo que unos pañales! ¡Sin mas cama que un pesebre! ¡Sin mas ob- sequio que el de sus padres ! ¡Sin mas visita que la de unas bestias! ¿Y sin embargo, aquel Niño, aquel santo Niño, olvidado de sus penalidades se ocupa todo en reconciliar el mundo con su Dios? ¡O mara= villa ! ¡O prodigio! ¿Angeles, qué haceis? ¿Hombres, en qué os ocupais? El Príncipe de la paz se mani- fiesta , el Rey inmortal de los siglos aparece visible en el mundo, ¿y no salis 4 recibirle, y no venis á Ob- sequiarle? Sí, alma mia: ya los Angeles descienden de las “alturas, dando gloria á Dios y paz á los hombres de buena voluntad: los pastores se acercan al por- tal , y le adoran: los santos Padres del limbo se rego- cijan, el infierno tiembla, los Reyes se preparan para visitarle, y todo el mundo empieza á conocerle: Deus erat in Christo, mundum reconcilians sibi. Así , alma mia , así se verificaba que Dios estaba en el pesebre ajustando una paz universal entre el Criador y las criaturas : una paz eterna con Dios, permanente con nuestros próximos, segura,con nosotros mismos. ¿En- traste tú, alma mia , en los ajustes de esta paz? En- traste sin duda alguna como individuo dela hum na naturaleza. ¿Pues cómo te hallas ahora inquieta en tu interior, enemistada con tu próximo , y aborres

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