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hi | CoxTrA LÁ CURIOSIDAD. 325 minum (a). De otrá suerte, vivamos firmemente persua- didos 4 que la vana curiosidad no solo será un-obstás culo 4 nuestra fe, como lo acabamos de Oir en esta primera parte; sino que tambien será un escollo á nues- tras buenas costumbres, como lo veremos ¿ate en está é e: SE : 11 E: de BE LOLI Pi o! + Es: SEGUNDA PARTE. Eo nic A Todo el mundo conviene en esta red que es imposible salvarnos sin las buenas obras. Todos debe- mos confesar que el cielo no se consigue “sin exerci- tarnos en las virtudes para sujetar las pasiones miéntras vivimos, que 4 pesar de la subordinacion con que: deben estar á la razon, y del dominio que Dios nos conce- dió sobre ellas ,se rebelan isyuelusa incesantemente contra nosotros mi smos. Una alma adornada de morti- ficacion , retiro y oraciony 'mañtendrá: biépte el domi- nio sobre sus pasiones : será señora de sí misma., y ten- drá en la debida obediencia sus apetitos, á pesar de sus continuas resistencias; pero inmediatamente que, ar- rastrada de la curiosidad , se abate vergonzosamente al Y e po de sus pasiones, pone un terrible obstáculo 'bue espíritu de oración ; y se apodera de ella la disipacion : sale de sí misma , aban- donando el retiro ; y léjos de buscar la mortificacion, se entrega á todos. los placeres de la vida. a 9 pido Dn pIganES que tan Supesnes fecto A ada? Pues no ¿A dudeis oyentes mios. Dadme una madre tan buena como Eva en el estado feliz de la ino- cencia : si se dexa dominar de la curiosidad ,: ella mar- chará libremente por el paraiso: mirará la vedada fruta: le parecerá hermosa á la vista, suave y gustosa al pa» (a) Jer. Thren, Cc. 111. v+ 40. pa
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