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310 2 22: SERMON XUL. por los siglos de los siglos: Von addam altra miseréri da mui Israel , sed oblivione obliviscar eorum. Llore el alma quanto quiera, aflíxase en extremo, trate de restituir lo mal habido , quiera reconciliarse con sus enemigos, pre- párese 4 mortificar sus torpezas, á reparar sus injus- ticias , sus escándalos y sus desórdenes : resuélvase, en fia, á entablar una vida irreprehensible, nada la ser» virán todos estos esfuerzos naturales , llevará sobre sí todo el peso del juicio de Dios, y por mas que cla- me,no será oida: Non addam ultra misereri domui Is. rael ., sed oblivione obliviscar eorum. El número de los auxilios sobrenaturales se completó para aquella alma: sin ellos es imposible salvarse : perecerá sin recurso para siempre. Aterra y horroriza esta verdad , amados de mi alma; pero mas nos debe espantar y llenar de horror el verla prácticamente verificada en Cain, en Achaz, en Jezabél, en Saúl, en Absalon, en Judas y _€n otros innumerables que nos refieren las santas Es= crituras. Olvidad , si podeis, por ua momento su des- dichado finy su muerte pésima, y fixad toda vuestra atencion en el Rey Antíoco: su suerte hace estreme- cer hasta los huesos. Escuchadla. Vencen los judíos en Jerusalen en repetidas batallas á sus dos Capitanes ge= nerales Nicanor y Timoteo : sábelo el Rey Autioco; y lleno de furor , respirando llamas , marcha en jornadas dobles contra Jerusalen , jurando acabar con todos sus moradores, demoler la ciudad hasta los cimientos, abra: sar el templo santo, y dexar sin sepultura arrojados por las plazas y los campos los cuerpos de los difun- tos para pasto de las aves y las fieras. Pero como Dios nuestro Señor ve todas las cosas, y penetra hasta el fondo del corazon bumano, apénas acaba Antívco de prorumpir en determinacion tan bárbara y tan cruel, quando es herido de la justicia divina con una invisible é incurable plaga: abrasábansele las entrañas, y todo el corazon se le despedazaba dentro del cuerpo; no obstan-

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