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Dar Fin PARA QUE DroS Nos CRIÓ, 275 gúnto”, haberse hecho aplaudir de los preséntes y de Los venideros : haber tenido la fortuna como encadena- da debaxo de sus pies , si despues se condenáron? Pongamos á los ojos un hombre que haya tenido inmensas riquezas, que haya gozado todos los 'pla- ceres imaginables, y llegado á la cumbre de la: es- timacion y grandeza, y que saliendo con felicidad de todo quanto ha intentado , solo haya sido des» cuidado en el negocio de su salvacion. Figurémonos un Alexandro Magno, aquel domador de Reyes, aquel ggeguistador de provincias, de reynos y de ra ,como dice la Escritura: figurémosle en el momen» to de su muerte, y preguntémosle : Quid prodest? ¿qué os apro y n ahora todos vuestros bienes, vues- tros «placeres y grandezas? Todo va á desap: de- lante de vuestros ojos, como si jamas hubiera exis- tido. Dividirás tus reynos entre tus capitanes: arro- jarás entre angustias el último suspiro: se ceñirá tu orgullo, que no cabia en el mundo, á siete palmos de tierra: comerán tu cuerpo los gusanos en el sepul» y el (¡ay qué horror! ¡qué espanto! ¡qué alma, ¿dónde estará por toda la eter- nidad? | ¿Lo habeis oido, e mios ? ¿Teneis alguna nn da sobre que las cosas de la tierra no son el fin Dios os crió? ¿Estais PS que las ri los empleos , las artes, ciencias, no son , usand bien de ellas, mas que unos medios para conseguir el fin; y que el que abusa de ellas para eb hnas indebidos, 6 coloca en ellas su último fin, invierte y trastorna el bello órden que la eterna: Sabiduría ha dispuesto en todas las cosas? Pues si estais persuadidos de esta ver- dad importantísima , leyvantad la consideracion á esos hermosos cielos; y ya que no encontrais con vues. tro fin en la tierra , preguntad á aquellos Santos y bien: Mm 2 FS e 2... sl É e 3 en cuya presencia enmudeció la tier=. >”

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