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2 SermoN l. Rey Antíoco el templo santo de Jerusalen. , destruye sus altares , despedaza sus vasos sagrados , inunda de sangre bumana sus calles y plazas:.quedan los dias de solera! nvertidos en luto”, sus sábados en 'opro- brio , y sus honores en nada (a). Pero en el mismo tiempo que castiga con la soberbia de Antíoco los pe- cados de los israelitas , jañama el eo camita. con los sacrificios de los ídolos , restituya. á la casa del Señor su antigua gloria. “Esta sapientísima conducta de nuestro misericordi ¡oso Dios vemos igualmente observada en la ley de: gracia: Permite su Magestad , para castigo de los pecados de los christianos , que en los primeros siglos del christianis- mo llenen de escándalo la Iglesia y rompan como: in- gratos vivoreznos el seno de. la fe, en que habian si- do cugenarados y confundan la verdadera paz de la que se a a os vicios , pe dece maravillosamente su misericordia , haciendo apa- > el mundo los Tertulianos, Ciprianos , Átana- l y otros que .con e la piedad, des 2 dan el error: :, promuevan el divino culto , defiendan la fe de los ataques de la impiedad y la heregía , y ex- citen los hombres á la observancia de los preceptos y consejos del Evangelio. . | a -El siglo en que vivimos es una: evident prueba de esta asombrosa verdad. Hemos visto irritada la justi- cia de Dios contra el pecado,.arruínar con pestes, ham- bres, guerras y terremotos villas , ciudades y proyin- (a) Lib. r. Machabeor. C. 1. Ve 3).'Ct seq»

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