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Sermon VIII. - E aliño de'sus vestidos , y atropellando todas las obliga= ciones que la piedad , la obediencia y la religion la imponen , sigue en sus amistades y comunicaciones, martirizando de esta suerte á sus mismos progenitores. Siente una muger el genio pronto y fogoso de su ma= rido , y en vez de tratarle con mas caridad y agrado, le irrita con su soberbia , le pone en movimiento , y le enciende con tercas é interminables réplicas; hasta que convertida su:casa en un infierno, brotan por todas partes las maldiciones , los juramentos , las palabras pr las riñas y los escándalos. Así se observa en Nuestros dias este importante precepto del Apóstol: Alter alterius onera portate , et sic c adimplebitis legem Cbristi (a ¿ES esto sufrirse mútuamente las gentes sus debilidades , como lo recomienda San Pablo; 6 es valerse del conocimiento que se tiene del genio de nuestro próximo , para irritarle mas furiosamente, y mas vivamente mortificarle? ¿Será esto conforme á la santísima y suavísima ley de Jesuchristo? ¿Dirá con= a : sp r 1 : que 1 : e dy a , no piensa eS de a no busc sus propios intéreses, ni se alegra del mal que les sucede á sus próximos? pl Ueeme Dios á amados pios!nds ds nos ha- | e ¿Pues qué h hemos e onde >eo vúsotros>,, si son unos genios tan tercos , tan indómitos y ridículos? Yo lo diré: si el christianismo no os obliga á su trato, por ser perjudicial á vuestra salud eterna , tampoco quiero yo que le tengais con unas gentes expuestas á ofender 4 Dios, y hacer que le ofendan otros. Si fue- sen unos hombres bebedores , maldicientes , blasfemos, crueles, fornicarios , murmuradores , soberbios é inso= (a) Epist. D. Paul. 1. ad Galat. c. yL y. 2.

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