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104 —SermMOoN V, res que nuestras buenas ó malas obras, nos acercare-, mos á la puerta de nuestra eternidad. Sí , de nuestra. eternidad , aquella que nos hubiésemos agenciado con la humildad, con la paciencia, con la pureza , con la caridad, con la mansedumbre, con la penitencia, con la oracion y freqiiencia de Sacramentos, y con el exác- to cumplimiento de nuestras obligaciones: Ó aquella eternidad que hubiesemos merecido con nuestra sober- bia, con nuestra intemperancia , con nuestra concu- piscencia , con la insaciable avaricia de nuestro. cora- on, con el desprecio de los pobres , y- el abandono de los deberes del christianismoy de nuestro estado: Ibit homo in domum «eternitatis suee (a). 1rá el hom- bre irremisiblemente, dice el Señor , 4 su eternidad del cielo merecido por sus virtudes, ó á su eternidad del infiernó agenciado con sus pecados : In domum eter- nitatis sue. Ea , sabios , buscad arbitrios para libraros. de este inevitable destino. Ea , ricos, comprad re-. movimiento, Ma 1a tierra para no. JS 1 4 Eme a De; hay remedio: ln hanc , vel in illam. eternitatem cadam necesse est. Es menester entrar en una de estas dos eternidades , Ó para gozar para siempre ,.Ó para, arder para siempre... NE sit pdes iio: da: - Señoras doncellas, que vivis con il to, huyendo de los peligros, vistiendo c n modestia, obedeciendo á. vuestros padres, aplicándoos al cuida- do de la casa, dedicándoosá la oracion y á la freqiiea- cia de Sacramentos: Ne verearis usque ad mortem jus- tificari (b). No os detengais, ni volvais atras del ca- mino que habeis empezado : seguid constantes hasta la muerte en esa vida recta y sencilla, amables objetos. 4 Dios, á los Angeles y 4 los hombres que observan (a) Eccles. c. x11. v. 5. (D) Eccli. C. XVII v. 22.

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