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84 SerRmMON IV, que destruyes las haciendas , las casas, la reputacion, la salud y: la misma vida del cuerpo! ¿Quereis mas penas temporales? Añadid las pendencias entre los com- e muertes crueles por los zelos , el aban- o de las obligaciones del estado y del empleo , y po ad abuso de lo mas venerable y augusto de la religion. ¡Quántas in el s fuéron víctimas del furor de: sus propias madres apénas saliéron del ergue ¿ya ahogándolas entre sus a 0 as 41los rios,Be dl s de los ele- mentos! ¡Quéntas |trebonción Hegítimas por los intrusos los m os, con enorme perjuicio de los ver» daderos: y legítimos herederos! ¡Quántas o AR Santo Dios! ¡quándo acabariamos, si hubié | nombrar tantas: desdichas como acarrea este ada, E tantas Ei oi como ha A a pa- y yu Up. . Bs . pruas íá 1 incomp pa tm son infinitamente mas temibles. a AS pe, o en esta segunda parte. 1! is SN ms pe de como no¿e bients fempatalel 5 “pornSá y gran> des y preciosos que se reputen , que puedan comparar- se con el menor grado de los bienes espirituales , por ser estos de un órden superior, de un carácter muy sobresaliente , de una naturaleza toda divina ; tampo- co hay. penas temporales , por mas graves y penosas ue se crean, que puedan compararse con las penas ituales. Un hombre afligido con dolores , encarce- lado y ciego , parece un hombre miserable; pero si está A gracia. de 2. si es heredero del cielo, si es e

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