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t6 S.!i:RMON . I. de nuestros claustros, y la quietud inestimable de nuestria celdas , entramos impelidos de la caridad de J esuchristo e hl , ll este pue o , no a buscar vuestras estimaciones . sino vuestra . ' s al~1as : no vuestras haciendas, sino á vosotros mismos : Non ~ni": qucero qute vestra sunt, sed vos. Ved aquí nuestros peri;; sanuentos y deseos en esta santa mision : la salud de vuestras -almas 'es lo que pretendemos ; y si llegamos á conseguirlá,. reputaremos superabundatttemente recompensadas , nuestras fatigas , y s~bradamente pagados nuestros trabajos y desve , los. J esuchnst~ nos ense~ó este designio ántes del Apóstol, pues , de~cend1endo ~el cielo , se propuso por fin principal de. su vemda la salvac10n de las almas : Qui propter nos Izo. mines, e~ propter nostram salutem desúndit de ccelis (a). Y con el mismo fin que le envió su eterno Padre , nos envía :í · noso~ros : Sicut misit me Pater, et ego mitto ·vos. Para con– : segmr nuestros deseos predicaremos , á imitacion de san Pa– ··blo , 'no con persuasivas palabras de la sabiduría humana no -con s'ublímidad de términos y expresiones , sino con la se~ci– lla mauifestacion del espmtu de Dios : os anunciaremos las verdades christianas que el divino Espíritu se dignase ·pone~ en nu:s~ras bocas : os diremos , no lo que sea agradable , si– no lo uril , lo honesto , lo provechoso , lo necesario. Halla– ~á~se acas~ entre vosotros algunos que no lo aprueben, y que 1m1tando a los enfermos frenéticos, como dice sanAgustin (b), se_vuelvan co.ntra la medicina que les pretende sanar , y ar– ro¡e~ encolerizados los remedios de su salud ; pero nosotros seguuemos en la prosei;ucion de nuestros santos pensamien- . t~s , compadeciéndoles sus preocupaciones y frenesíes , sa-· hiendo .que no hay palabra en el evangelio, que no tenga su {a) In Symbol, sancta? Ecclesia?. (b) S. Augllst, su¡,er psalm, x..uu, ad v. ~. PARA J>Alt. Pl.INClPIO Á LA SANTA M1s1~N, rt · d l' r do .'y que quantos preceptos contiene , tan– enemigo ec a a , . · encuentra Jesuchristo desagrada á los avaros, tos conttanos · decia san Agustin ; porque no to~~ un cuerpo, de oro : no t á los lascivos ; ,porque nac10 de una Virgen : no le gus ª f · ' 1 · · · ·'bl · quieren los soberbios; porque su no as m¡unas 1~as tern e) invicta paciencia : no le apetecen los delicados; por- con una 1 •· endureci6 entre los mas rigurosos suplicios. De a mis:.. que se . . . a suerte la divina p~labra es insoportable á los que no qme-· : 0 practicar las virtudes que alaba, ni ·evitar. ~os vicios q~e vitupera; estimando en ménos atropellar la .d1vma ley , que mudar el corazon , aborreciendo ántes sus preceptos que sus vicios. . · . . La experiencia misma hace ver todos los días esta verdad. Como el predicador nada diga contra las pasiones humanas! se halla que ha predicado con acierto! con perfeccion , y que nada ha dicho que no sea verdadero ; pero no se juzga así, quando zeloso declamó contra los vicios : de mod'o , que un sermon mismo es á unos ·gustoso , y á otros desagradable , se· gun que se hallan culpados ó inocentes en la materia qúe se acrimina. Un avaro, por exemplo, si es casto,.lleva á bien que el predicador diga contra. la impureza , ·con ta·~ que 110 toque á la avaricia. Por el contrario, un lasch•o , si. es Ji. .beral , no halla jamas enojosas laf invectivas xrias fuertes .con– .tra la avaricia ; pero no puede sufrir las .que se forman con– .tra la impureza. Quando predicamos- contra ·la glotonería y embriaguez , las mugeres exentas de. este vicio nos aplauden; y deseando dar en rostro á sus maridos con estás desórdenes, exageran nuestra predicacion , elevándola hasta el cielo. 'Pe– ro en el momento que hablamos contra las mugeres rencillo– sas , desobedientes á sus consortes , escandalosas á sus hijas, murmuradoras y ociosas·; apénas acriminamos las. culpas de 'IOM. lll, C

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