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144 SERMON VI. reís de sus misterios adorables , que despreciais sus ve'rda– des eternas , echa-ti, mano de vuestro valor, aprovechaos de esa intrepidez y presencia de ánimo , de que ahora ha– ceis tanlin g-ala , pata~ aquel _formidable momento que está. ya para 'venir sobre vosotros: Pero ¡a,vt que á no acom– pañaros la desesperacioq , como á algunos que hemos vista en nuestros dias , se os verá llenos de pavor y espanto, como al mas cobarde y tímido- corazon. Espíritus liberti– nos y viciosos , que sumergidos en el lodazal · de vuestros desórdenes , .desestimais los avisos. misericordiosos que en este tiempo oportuno os comunica el Señor , ¿con qué cara os pre– sentareis á la puerta de la éternidad? ¿con · qué ojos mirareis aquellos años interminables de pena _ y; de tormento , á que os conducen derechamente vuestros ·vicios? Espíritus tímidos; que abrumados con el peso del pecado , no arrojais vues– tra carga en el santo tribunal de · la penitencia·, ántes.. la aumentais un nuevo peso con el criminal silencio en que envolveis vuestras culpas, ¿pensais acaso ·que entórices ten! dreis nuyor libertad , mayor propórcion para confesaros; quando· tombatidos del d~monio , turbados con los remor~ diniientos de vuestra conciencia ., y oprimidos . c.011 ' la -jus... ticia de Dios , os mireis _á la entrada de 'una eternidad?..¡0 qué error tan digno d~ llorarse con- lágrimas de. sangre{ Sin duda no comprehendeis la grandeza de esta tribulacion. fü. perad un poco , miéntras procuramQS dáro$la 4 entender con· e¿ta excelente parábola. Erase Ull rey muy póderoso, amado de sus hijos y su esposa, y temido y respetado de sus · vasallos, el 4ual ~- . ciendo viage por m.ir á un reyno ~xtraño , füé hecho pri• sionero , y conducido á la ~ñrcel de un otro rey su ene. · migo. Sabiendo esta desgracia sus hijos, su e¡posa y sus vasallos , juntíiron una inmensidad de .riqueza~ , y pasando DEL MOMENT. DE QUt DEPEND. LA ETERNID, I4S con muchos navíos . á la corte de aquel rey , se las pre– sentáron todas , ·ofreciéndolas. 'por resc~te de su rey y se-i iíor, Pero el bárbaro monarca, desesti~a.ndo ta.n nob.le6 pro– cedimientos , y despreciando aq'uellos ricos pr~sentes , les habló de esta maner:i : guardad vuestras riquezas, recoged vuestros dineros , que yo quiero poner en libertad á vues– tro rey ; pero con esta sola condicion , de que la suerte decida su destino : enciéndase una grande hoguera en me– dio de la plaza : póngase una mesa inmediata al fuego, y sobre ella unos dados : saquen á vuestro rey de la prision, tome los dados, y juegue la vida. Si .sacase mas puntos que la mitad, vaya en paz con vosotros á su reyno; pero si· ~case un punto ménos , será inmediatamente arrojado al fuego por mis soldados. Sacan efectivamente al rey de su prision , condúcenle á la plaza rodeado de soldados é in– menso,· pueblo. La muger , los hijos y sus vasallos rompen los ayres con tristes é inconsolables sollozos : acércánle á la inesá , intímanle la sentencia : mira las voraces llamas en que será abrasado dentro de un momento si la suerte fue •. re adversa ; y mira sus vasallos y sus hijos , con quienes ~e volverá gloriosamente libre á ·su reyno si le fuere la suer– te favorable. Va á tomar los dados , y el ·temor le detiene_ el brazó : tiembla y se estremece al mirarse en un apuro tan terrible ; y reflexionando dice : ies posible que mi vida ó mi muerte dependa de un momento1 ique al vuelco de este dado he de ser reducido ~ cenizas entre aquellos -incendíos ., ó vol– verme :con libertad á mi reyno1 iQue no haya niedio1 ¡Ay de mí! iQué punto me saldrá~ iqué suerte me tocará~ Al fin toma los dados , ponen en él todos la vista: va á tirarlos sobre la mesa ; pero t,cómo~ Refl.eidonadlo vosotros. · Hd_c est parabola : esta es ·una parábola , pecado– res ; pero en vosotros esto será realidad. · Vosotros· os TOM, 111, T

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