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i.40 . SERMON VI. . lacio de saber la causa de su tristeza , se la pregnntaba con freqüencia , persuadiéndole al mismo tiempo se divirtiera y alegrára en lo magnífico de sus palacios , en lo ameno de · sus jardines , y con la abundancia de sus riquezas; pero el discreto príncipe le respondió ~ haciendo .en él una juicio- · sa experiencia. Mandó traer á su presencia una silla muy vieja , carcomida , y que se estaba haciendo pedazos : que tlebaxo de ella pusiesen mucho fuego , , y encima una es– pada desenvaynada , colgada · de un hilo muy delgado ; y executado todo , mandó .á· aquel importuno consejero que se sentara en la silla. Vió el infeliz su muerte cierta con este man~ato ; . pero no pudiendo resistirle , se sentó tem– blando y con mucho , tiento en la silla: miraba á lo al– to ; y veía . á la cortante espada casi tocando con la pun– ta desnuda. á su cabeza : miraba á lo baxo , y veia el fue– g.o, en . que estaba para caer . apéIJas · se acabase de rom– per la silla : mirábase á sí -mismo, y no hallaba arbitrio para.líuir ,él péligrq : · mirabá,fue1¡c1 de si , y no hallaba ·quien le . socorriese. Rodeado . de tantas angustias·, no hacia . sino < temblar , trasudar ·y · ·estremecer-se• . Díxole entónces el dis- ' creto príncipe: _¿qué haces? ¿,por .qué estás triste? · ¿cómo no te diviei:tes con ·lo ·a~end :de :los· jardines, con lo:mag- ' nífico de -los palácios:, con last;músicas y diversiones de fa , corte? ¡Ay de m1! dixo agonizando el infeliz -: ¿cómo me · puedo alegrar á la vista de mi peligro? ~a silla se está rompiendo , el fuego me esper-a , la espada me amenaza, y- todo me anunc~ mi ceréano ñn..·No puedo .alegratme, miéntras no salga de este·apuro: no puedo divertirme, mién-.: tras no me vea libre de este riesgo: Cesa ya de pregun– tarme la causa de mi tristeza , le dixo el di5creto prínci· pe; pues sabes .p@r experiencia el aprieto en que me veo. Yo . considero-, prosiguió , á mi cuerpq, como una silla vie- · DEL MOMINT. DE QUE DEl'END. LA E TERNID. 141 ja con lo's años .que ha vivido: veo el i~fi_e·rn~ q~~ mere– cen mis pecados; y veo la espa<la de la divina ¡ust1c1a, que está amenazando mi cabeza por l;ts transgresiones de su san– ta .y · divina ·ley, y todo junto me llena de amargura, sin que sirvan para aliviarme las delicias todas de mi reyno. No esperes que me alegre miéntras no salga con victoria de mis enemigos en la batalla del último momento. Res– puesta, á la verdad , amados mios, digna de - gr:-ib1rsé en vuestros corazones.' La silla de vuestro cuerpo está ya pa– ra romperse : los años , las enfermedades > las pesadum– bres os tienen demasiadamente débiles : vuestros pecados han encendido furiosamente los braseros eternos: encima de vosotros se halla- la ·es-pada de -la divina justicia mu y cer– ca de descargar el golpe ; ¿ y" vosotros ·, pasando risueña- · mente la vid.a , como -si nada tuviérais qtie temer? ¿Puede esto comprehenderse? ¿ Se creen ó _no estas verdades eter– nas? -Si no las creeis , vosotros -ciertamente no sois christia– nos ; -pero si lás creeis ; como yo pienso ' . ¿dónde está vues- . tro .juicio , que no previene con tiempo un peligro tan in- ' minente? Pasais pecando los dias , los meses y los años: vi– v-is como si jartlas hubiérais de experimentar lo que os amm– ciq'.: , t-eneis· por exageraciones, lo que os predico ' y envuel– tos en vuestro errado dictámen , os entregais á los juegos, á· los baylbs ., á lás diversiones : pretendeis con ansia los_ empleos ~ solicitais las ocasiones de vuestra misma perdi-'J cion, y os .contais por dichosos quando habeis satisfecho las pasiones mas desregladas de vuestro cuerpo ; pero en me– dio ,de este laberinto de vicios , _os hallais asaltados de la última enfe,rmedad quando ménos la esperábais, y os veis ba.xo la espada vengadora del Omnipotente én el espaa– toso momen·to de qµe depende vuestra eternidad. Querríais entónces volver á la vida ; pero no es posible : querríais

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