BCCPAM000538-3-100000000000000

1 . I; 66 SERMON III. profesaste , del s:mto evangelio .que prometiste? D ime aho– r~ con sinceridad , ¿ si tú la has observado ? Exceptuando algunas exterio,res ceremonias , ¿ qué hay en tí .de chris. ~iandad? Los odios , _l~s rencores , los pleytos injustos, los ¡uramentos , las maldiciones , las blasfemias , ¿ son confor. mes_al santo evangelio? Las profanaciones de los templos y dia~ sa~tos , las .u surpaciones de los bienes agenos , y las abominaciones lascivas de la carne , ¿ son cosas prohibidas ó mandadas en el _santo evangelio? Las eternas murmuracio– nes con que vuestras malignas lenguas denigran , rompen y despedazan honras , estimaciones y famas :· el luxo en los adorno~ , el exceso y profusion en las comidas y bebidas: las .delicadezas mas exquisita~ en el regalo de vuestros cuer– pos , que en breve serán pasto de gusanos , quedando en– tre las obscuridades de esos sepulcros , feos , fríos , horri– bles y hediondos , ¿ qué significan? ¡ O santo Dios! ¡ Qué trastorno es este de costumbres en unos profesores del evan. gelio ! Oídme con atencion. · Si me vierais arrojar el hábito seráfico que me cubre vestirme luego de militar , y ponerme . á danzar en medí~ de las plazas y calles con todos los jóvenes y doncellas de este pueblo , ¿ qué diríais? ¡ Ah profanador de tu sa– grad~ institutq , exclamaríais! ¿ Dónde está tu profesion ca– puchina ? ¿ Es eso lo que te enseñan en una religion tan aus– tera , tan perfecta y tan santa? ¿ Es eso lo que profesaste? ¿ Es eso haberte separado del mundo ? ¿Te vestiste para eso de ese hábito tan tosco , rígido y penitente? Hombre ,apóstata, ¿ cómo desacreditas con tus malas costumbres la santidad de tu profe~ion? ¿No es así, amados mios como me hablariais? Pues valga la razon. Por qué no podrj yo igual– mente preguntarte , ¿ dónde está la observancia del santo evangelio? ¿ Dónde está tu regla? ¿ Eso .te enseña J esu- DEL CARÁCTER DEL CRISTIANO. 67 christo? ¿ Donde esti tu promesa del bautismo ? ¡ O pre– varicador de la santa ~egla de tu profesion ! El evangelio te manda orar: tú ignoras hasta lo que es oracion. El evan– gelio te manda perdonar injurias : tú vives entre enemista– des y odios. El evangelio te manda. ser casto hasta en los pensamientos : tú no solo en los pensamientos sino en las palabras y obras vives como deshonesto. El evangelio te manda ser humilde y pobre de espíritu : tú, entre soberbias ansias, suspiras por las riquezas. El evangelio te marida mortificarte : t(1 andas huyendo de la mortificacion. El evan– gelio::: pero no nos hagamos interminables demostrando me– nudamente sus precept-os. El evangelio, señores , es la regla de vuestra profesion christiana. Sino la observais, ¿ por qué razon podré llamaros christianos? Qua ratione christianus nun&uparis? decia santo Tomás de Villanueva. Si muchos no son mas que un fantasma de religion , un esqueleto del christianismo , y unos hipócritas del evangelio , ¿ por qué razon se llaman todos christianos ? ¿ Será acaso porque ob– servan el tercer requisito para serlo, que es el imitar el exemplar santísimo de esta regla, que es Jesnchristo? ¡ Es– pantosa necedad ! Mas distantes se halJan de esta semejanza que lo está el cielo de la tierra. Mirad , sino quereis creer• me , el rostro de J esuchristo , y advertid si se os parece en algo : Respice·in f aciem Christi tui. Mírale alma , y te verás enteramente contraria. En su humildad conocerás tu sober– h_ia : en su mansedumbre, tu impaciencia : en su compun– c1on, ' tu ~esenvoltura : en su desnudez , tu ambicion : ea su templanza, tu gula ; en su silencio , tu loquacidad: Res– pice in f aci:m Cltristi tui: vuelve alma á mirar á J esuchristo, y verás en aquella · caridad , tu· ingratitud : en aquel desasi– n_1iento, tu propiedad : en aquella limpie'za, tu inmundi– cia; y tu pecado en aquella santidad : Rcspicc in faciem l,.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz