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420 . RECUERDOS do :vuestra oracion . mirad que son grandes nuestras obli. gac1ones , y que nos ha de pesar mucho á no pocos la ca– sulla. Dediquémonos , pues , constantemente á la oracioÜ• insistamos. en la instruccion de los pueblos , arranquem~ con todas nuestras fuerzas los vicios , plantemos !as virtudes reguémoslas con la mas pura doctrina , y los mas edificante; exemplos , y lograremos entrar en el descanso eterno, acom– paÍlados de todas aquellas almas que hubiése~os ganado pa– ra Dios , en cuya presencia deseo daros á todos uu abra– zo eterno. RECUERDO II. · Venerables confesores: yo os dexo y coµsigno _en vues.. tras manos estas almas fieles á la voz de Dios ·, que la han es– cuchado y obedecido en esta santa mision: os encomiendo con todo el afecto de mi corazon estas almas que han sido resca– tadas del cautiverio del pecado con el precio de la sangre de Jesuchristo. ·No os amonesto otra cosa, señores, sino qu!! vi– vais y obreis siempre u~idos en la ley santa d!! Dios; porque ~e . ninguna otra cosa- ,depende mas la salud eterna de vues– Jr.o~ penitentes q·ue d.e esta uniformidad de doctrina. El mun– do. se reformaría en breve .si todos los confesores, decía· san l?io_V , procediesen uniformes en la administracion de este gi:ande saéramento. No se perderian tantas almas , decía san– ta Teresa , si los ~onfesores todos unidos en una misma doc– trina , co~o lo estan en la fe , procurasen cumplir con sus obligaciones. De vosotros pues depende el que vuestros pe– ·nitentes se confiesen bi7°. Vosotros podeis asistirlos con opor– tunas preguntas , para que declaren sus pecados con todas sus circu_nstancias : las que mud~n de especi-e , las notablemente agravantes , y las , circunstancias que agravan infinitamente. A vosotros pertenece hacerles confesar el. número cierto co- Dx r.As M1s10N1s. 4 i 1 111o·ciérto·, el dudoso como 0 dudoso; y qua11d.o esto no pue- · dan, á lo ménos la freqüencia del pecado, la mala costum-: bre, y el tiempo que hayan vivido en el pecado. A .vosotros toca el procurar que expliquen bien los pecados de pensa.~ miento , sean deseos malos , sean delectaciones morosas , sean claray libremente 'consentidos : los pecados de palabra , los de obra , y los de omision. De vosotros depende el dest errar de los confesonarios · las malditas excusas que á iantos preci– pitan en el abismo, por no·conocer la gravedad ef pecado, el infeliz estado de una alma en pecado, y .figurárseles que ~o son dignos de reprehensiones severas? aunque hayan vL vido años enteros abismados en los·vicios. De vosotros el ex– playar el ánimo de bs_almas tímidas, para que el rubor no las cierre la boca, y callen por vergiienza sus p~cados. De vo– sotros el excitarlas al dolor , el confirmarlas en sus propósitos, el apartarlas de- los peligros , y el separarlas de las ocasiones malas. De vosotros el qne restituyan lo mal habido , y resar– zan los daños ocasionados en la reputacion ó en la hacienda. De vosotros el acabar con las disensiones , el terminar amisto– samente los pleytos , y establecer la paz y la concordia e°:tre las gentes. A vosotros peftenece apagar el fuego de los impu– ros , humillar los soberbios , refrenar los iracund_os , desenga– ña-r los avaros , los envidiosos .Y quantos se apartan de 'ni9s por sus pecados, para que se conviertan -de sus vicios, para que vuelvan á la gracia de J esuchristo, y florezcan así en el mu'ndo católico las virtudes que santifican las almas , y que por desgracia vemos tan desestimadas en nuestros días. A vo: sotros , en fin , pertenece conceder , negar ó diferir la absoht– cion para la enmienda de lo~ penitentes , segnn ocurra la ne– cesidad·, sin aceptacion de personas. Vosotros , ó venerables confesores , sois los doctores de la ley , los maestros del pue– blo , los directores de las almas , los médicos y los jueces : YO-
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