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; 35~ .. · SEllMON ·XV.· .:•,. gracia ·; los mandamientos de Di,os: Así lo prori'l-etemos , Selio– ra ; y yo ·, confiado . en vuestro patrocinio , voy á dar las pruebas de las dos gr~udes verdades que he propuesto. PARTE PRIMER A. :como no todas las costumbres del mundo sean ~afas, se– ria casi' exponeros á una equivocacion perjudicial á vuestra . · salud eterna , sí me oyeseis predicar contra ellas , sin explicar -primero su natu11aleza y diferencias , y sin declarar y d~ter– minar 1~ clase de·costumbres 'que tendrá por objeto mi dis– curso. Por ·tanto deheis saber , , que éosti1mbre , segun san · Agustín , no es otra cosa que el consentimiento de, muchas personas qtfe viven juntas, y observan una misma conducta; la que con ta sucesion de los: tiempos hace lo que llamamos uso. San !&id.oro, santo Tomás y el derecho mismo la colo"' can en el número de las leyes , y la eutn nombre de ley : Jus quuddam moribus institutum, quodpro lege habetur , cpm de- jicit /ex. Porque como ell~ sea un derecho que no está escri– ·to, y que soló el uso nos. enseña , se e~tablece poco á poco, no por fuer-za 6 amenazas' , sino por un · libre coi1sentimiento _ de los pueblos , que se acomodan á ella con unánime volun.. tad, Esta costumbre , añade santo T?más , no solo puede mu– <lar ó interpretar la ley humana , sino prevalecer contra ella, y abolirla enteramente por un uso contrario. Pero nunca tie– ne fuerza , ni puede prevalecer contra la ley natural , ni con– tra la ley divina. Como las costumbres pueden ser buenas, malas ó i1;1diferentes , se pueden distinguir estas tres especies. H ay aostumbres- santas , laudables y útiles al público , que a1guna:vnC> ' puede uno omitir sin pecado , aunque no estéa fundadas sino sobre la tradi<:ion antigua é inmemorial ; y estas . no deben dexarse razonable.m~nte , habiendo de vivir entre los hombres. Así la jurisprudencia admite sus costumbres ~ la . \ CoNTllA LAS MALAS CosTUMBitEs. t . 3J7 .sociedad ·oivi-1 tiene las suyas: todos.les ieynos·, toda~las pro- vincias , y aun todos los pueblos tíenen sus costumbres y usos qne obligan á sus habitadores. Hay tambien costumbres indi• ferentes , con las quales se puede uno conformar- , reétifi.cando su intencion ipára hacerlas me:!ritorias, y , ewitar la nota de una afectada ,singularidad; pero .ni contra ' unas , ni contra otras se dirige mi discurso. Y o no hablo , ni debo hablar con– tra las cóstumbres buenas ó indiferentes ; sino contra las ma– las y perniciosas; que ni la reda razon, ni la pública ut'ilidad, ni el buen órden de.!os estados , ni ciertas necesidades de la vida han podidó jamas introducir. Hablo contra las costum– bres· establecidas solamente por la ignorancia y grosería de los hombres , por el desarreg1o de las pasiones , y por la per. versidad de los malos exemplos. Hablo contra esos vicios, con– tra esos desórdenes públicos, esas costumbres licenciosas, ver– gonzosas reliqui~ del paganismo , que á pesar de fas amena– zas y Gensuras de la Iglesia , de los zelosos d~seos de los mi– nistros deJesuchristo, y de los gemidos y llantos de los fieles, , perseveran , y se perpetúan en el. christianismo. Hablo , final.:. mente , contra las modas indecentes, contra los -juegos exce– sivos, los bayles expuestos , los teatros inde_centes, y contra todo lo que directa ó indirectamente se opone en hecho de verdad. á la ley de Dios ,J la moral de J esuchristo , y á la verdad y pureza del evangelio. Estas son las costumbres con:.. tra las que vengo á predicar ; y de ellas, vuelvo á decir , que jamas podrán justificar á sus seguidores , ántes ellas son las que las arrastran poderosamente al pecado, por las falsas ·ideas que les dan de las cosas, podas máximas perniciosas·que lbs inspiran , y por las crinúnales acciones á que los precipi--– tan. ' No perdais una palabra de quarito voy á deciros , ni penseis que lo digo sin reflexion ~ y sin el mayor dolor de mi pobre esp.íritu.
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