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' - ' S.ERMON XIV. (_, 33º– culos y tiendas . la tierra de promision ·que habian de poseer sus descendientes multiplicados como las arenas del mar y la-s estrellas del cielo. Por la fe concibió Sara en su ve– jez contra todas sus esperanzas , y dió á luz aquel I saa~ ofrecido en víctima sobre el monte por su mismo paclre. ' Por la fe reserváron los israelitas á Movses recien nacido , por su· singular hermosura ·, con·traviniendo al cruel edicto de un rey inipio , que había mandado quitar la vida á todos los niños de los hebreos. Por la fe , este mismo Moyses quando grande, negó ser hijo de la hija de Faraon, esti– mando en mas ser afligido -con ' el · pueblo d e Dios , que disfrutar las engañosas delicias del pecado , y teniendo en ménos los tesoros de·Egipto, que el imp¡ operio · de Jesu– christo ,. cuya remunerncion esperaba. Por la fe sacó de la dura servidumbre al pueblo israelítico , le dió la ley di– vina en el monte Sinaí ., le conduxo por el desierto , atra– vesó á pie enjuto los mares , y llenó de pavor y espanto á todos sus enem·igos. ¿Qué mas -diré dé la fe, dice ·el .A.pós– toH Hariame interminable, :ó me faltaria el__ tiempo, si pre– tendiese referir las maravill;is que obráron por la fe Ge– ~Jeon , Barn~ , Sanson , J epté, David, Samuel y los Pro- . fetas. Ellos venciéron los reynos obrando con justicia , y consiguiendo las promesas : cerrár_on las bocas de los ham– brientos leon~s, apagáron el ímpetu del fuego , sanáron de sus enfermed;1des , se hiciéron invencibles en las batallas, y destruyéron todos sus enemigos. Ellos toleráron con pa– cieJicia las cárceles , las cadenas , los azotes. Apedreábanlos, degollábanlos, desquartizábanlos, y ellos ~iempre firmes en la fe. Unos . dando lugar á la ira, huían por los campos, se internaban en los bosques , y en las breñas cubiertos de pie– ·l es de anímales , afligidos , hambrientos ·, angustiados : otros -se ocultaban ., se escondían en las ·cueb'as y · ca.bernas de los ' S , I OBRE LA FE :PRACTICA, 33 1 n101~tes, y en las entrañas mismas de la tierra; · y todos pro- bados por el testimonio de la fe esperaban la venida del Re– dentor, cuyos frutos nosotros ·experimentamos tan copiosa..– mente. Así hablába de la fe el grande apóstol san Pablo , pre-_ sentando una nupe de testi~os , como el mismo santo dice, en tantos hombres prodigiosos de la ley escrita. i Y qué di– ria de las maravillas de la ·fe , si vivic~ n nuestros dias~ . Diria que ·unos pocos hombres ;sin · literatura , sin fuerzas, ni nobleza, . acompañado! de la fe , lleváron el evangelio has– ta los extremos de la tierra á pesar de la repugnancia y opo– sicion de los emperadores , los reyes , los príncipes, los ma– gistqldos , los filósofos , los sabios y todos los poderosos del mundo. D iría que esta misma fe propagada por la sucesion de los siglos , ha formado millones de mártires , millares de confesores , centenares de vírgenes y christianos irreprehen• sibles en. todos los estados. Diria que por la ff? se han tras– tornado las leyes de la naturaleza , sujetado los elementos, · edificado los templos , poblado de santos los desiertos ,- y perpetuado. entre los hombres el verdadero culto del Sér su– premo. Diria que por la fe han resucitado los muertos, co– brado vista los ciegos; movimiento los baldados, habla los mudos, y salud. innumerables enfermos. Esto y mucho mas diria, .el santo apóstol de lá fe ; i y vosotros qué decisi Pienso seguramente ·estareis diciendo~ que si el asunto de este sermon es sobre Ia fe , vivis asegurados de la vuestra, y sin temor alguno de perd~rla. ¡ Ay señores ! Y si yo os evidencio en esta tarde que vivís engañados en la firmeza de vuestra fe, y en el ningun temor que teneis de perderla , ¿ cómo os quedareis al escucharme? E so no puede ser, replicareis vo– sotros. Malos somos , pecadores somos ; pero en la fe no hay que tocarnos. Pues, amados mios , sufrid que yo to- Tt 2 .-

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