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~ s s SERMÓN XI. - de qualquiefa e~tado y condicicin que fueres , tú·serás ~ste in.:. feÍiz , si ahora que Dios te llama con misericordia , ·no haces penitencia verdadera de. tu mala vida. Considera tambien el inefable gozo con _que el alma del bienaventurado mirará su dichoso cuerpo. ¡ Qué dulces para– bienes le dará 'por haberse llegado ya el dia de su resurreccion y su gloria! O mi buen ·cuerpo, amado compañero mio, le di– rá el alma, ven á mí, y dame un estrecho abrazo , que durará por toda 1a eternidad. Bendito seas mil vezes, porque me ayu– daste it conseguir esta bienaventuranza que pos~o. Bendito seas, porque sufriste la mortificacion , la pobreza, y los trabajos por amor de Dios. Qué poco te costó abrir la boca para confésar– te ~ qué presto se pasó aquella vergüenza ; y ahora no se pa– sará jamas el gozo de haber:te confesado bien. Benditos seán los días que nos dedicamos al retiro , á la mortificacion , á la oracion y al .exercicio de las buenas obras. Benditos sean aque– ilos preciosos instantes en que nos resolvimos con eficáéia á servir á Dios. Mira quéf momentáneas fuéron las penalidades~ y qué eternas serán las recompensas. Esa boca , que nunca n1!irmtuó de sus próximos : que se privó del alimento para inanté.ner al po~re, que tantos buenos consejos dió, y que en tantas afabanzas de ·Di-os se empleó , ahora , repleta de la iful:iura dé fa gloria , bendeéirá por lo~ siglos de los siglos sn . %lid'dad. Esos ojo·s. , que se cerráron á las pecaminosas diver– ~iones y ·objetos peligrosos , que nunca miráron para desear-la inuger agena , que 'siempre estuviéro11 atento-s para a:liviar á \os húé'rfanos ·, las viudas y los desamparados : esos ojos , que 'jamas mirá:ton para censurar la condücta ·agena ,.ahora en los 'eternos.descansos mirarán el palacio del Rey inmortal de los ·siglos , los santos y santas que le habitan , y el mismo J esu• 1:hnsto Dios y Hombre verdadero. Esas 'manos que restituyé'- Dá Jurero t,J'Nrv~RsAr.. _2 59 ton los bi~nes ag~nos , q:u,e repartiéron a~ necesitad.o de los bieues propios_, que mortificáron el cuerpo con ~l ~iH<;io. y la disciplina. Esos pies que camináron al templo , á los hospita– les , á los encarcelados , á los enfermos : esos pies pro.ntos á toda obra de virt~d ? é i1~mobles par:i ir en seguimiento del pecado. Esos ojos, ·esas manos, esos pies, ese cuerpo todo, uniéndose á su alma , ·p~rtici?~rá de la gloria que le ayudó á ganar. Ven, amado mio, ven, y verás quán suave es el Se- , ñor , qué grande el lugar de su morada , y qué indecibles las , felicidades del cielo. Así entrarán una y otra alma en sus ~uerpos. ¡ Pero oh! ¿ quién podrá ~xplicar l;i diferencia que habrá en ámbos? El cuerpo del con.denado quedará como un tizon del infierno , denegrido , feísimo , asquerosísimo y taq abominable , que ninguno querría verle , y él mismo por n~ ~nirarse huyera , si 1~ fuera posible , .de sí propio : que~ar~ ~omo el hierro quando sale encendido de la fragua , arrojando llamas por los ojos , los oidos , boca , narice.s y todos sus po– ros. ¡ Qué al contrario el del j~sto ! Quedará á los ojos dq todos hermoso, graFiosísimo y amabilísimo : quedará con el do_te de claridad mas resplandecient~ que el S(?l : con el dote de agilidad mas ligero que el viento : con el de su..– tileza podrá , .i manera .de espíritu, penetrarse por los man..· t~s , y qualesquiera otros cuerpos sólidos ; y con el dot~ ·d; impasibilidad ·quedaxá incapa,z de dolor, enfermedad, corrup~ cion y muerte. ¡O christiano! advierte que es forzoso te que':" pa una de estas dos suertes : forzoso es que tú que me oyes, y yo qne te predico , resucitemos como los bienaventurados, ó como los.._precitos. ¿ Quál será? La que quisí,éremos. No 1~ pongais en duda : la que quisiéremos aho,i:.a 1 efica_zmente , .es;¡ será. Lloremos nuestras c~1lpas , confesémoslas debidamente, hagamos penitencia por haber pecado , h.uya.mos las oq1.sio11es de ofender á D ios , mantengámonos en SI.J _gracia , -y resucita- Kk 2 '

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