BCCPAM000538-3-100000000000000

·sr:in.roN IX. . intemperie de las es raciones , un excesivo cálor, un frío emplado , una grave pesadumbre , una repentina ale– ó un otro accidente exterior , es mas que suficiente ' . l sacarnos del mundo. E11 medio de tan continuos y uni- ;ales peligros como · nos rodean , i c_6mo presentiremos ~éneto de muerte que nos aguarda1 ~Será natural , ó enta1 ipansada , ó repentina1 iAcabaremos de una pu- , ida, de un veneno , en un naufragio, en un incendio, ~e las ruii1as de un edificio ., ó en · otro accidente funes.. ó moriremos con los santos sacramentos , con el uso la razori·, con la asistencia· de los sacerdotes y la cÓm– tía de los domésticos1 ¡O amados mios! Estas son unas es– s sombras , unas profµndas tinieblas , que no podemos etrar sin -horror y espanto. ¡Y oxalá que este santo te– r se apoderara de nuestros corazones! ¡Oxalá fuera tart vo , que os arrancara del amor del mundo, y todas sus ras y vanidades! Mas vosotros no quereis creerlo-, has– que llegueis á experimentarlo. Os entregai's á· los exce– _de la gula, · hasta que os acomete una irremediable_apo· gía : os enardeceis en el fuego de la soberbia, hasta que repentina infl.amacion interna os arrebata : os a~alan– á los excesos de la luxuria , hasta que una fétida c-0r– cion os acaba : os dexais arrastra~ de la envidia, hasta una lenta calentura es aniquila ; y os entregais á to– las delicias de la vida, hasta que tropezais con los ac .. entes inde.rtos de una muerte cierta; y entónces ien qué ado morireisi ¡Ay Dios! Esta es la tercera incertidumbre, e hace terribilísima la muerte. Y a lo he dicho , y lo repito, ni la incertidumbre del ropo en que hemos de .morir , . ni el género de muerte e nos sucederá I es cosa tan formidable y espantosa co• el e_stado en que nos hallareU1os quando la muerte nos ' 2 IS :¡salte. Porque , á la verdad, q~e se muera en la c~ma rodeado de criados , asistido cuidadosamente de la familia, con todas las disposiciones que acostumbran los christiano~, con las señales de una sincera penitencia, y despues de re– cibidos los sacramentos : si , no obstante esto, se muere e~ pecado, se muere como el infeliz Antioco , víctima de las venganzas del Omnipotente. Que la . muerte nos asalte há– llándonos solos en un desierto , que nos mate un 'rayo, ó nos ahogem?s · en un río , y que ' acabemos la vida sin mas asistencia que una fleta que nos devore , poco importa , si morimos en gracia : nuestra muerte será preciosa en los -0jos de Dios , será como · la del santo Moyses en el os<¡a~ lo suavísimo del Señor. Pero lo que debe causar horror y .espanto es el estado en que la muerte nos asaltará. i Mo– riremos en gracia de Dios , ó en pecado mortal ? ¡ O quién puede saberlo t Nosotros. ignoramos ahora, si somos -dignos de odio ó de amor. El·mismo Espíritu santo lo dice: -Nescz't horno utrum amore, an odio dignus sit (a) . Y aun quando supieramos que efectivamente nos hallabamos ·en gracia de Dios, ¿ quién sabe si en ella perseverariamos siem- ,pre ? Con una inclinacion tan mala ácia el pecado, entre ·.tantos peligros de condenarnos , despues de tantos exem-· plos de · fragilidad é. inconstancia en un Saúl , en un Da– vid , en un Salomon , en un Judas y en otros innumera– bles que éamináron muchos días por las sendas de la san– tidad y justicia_, ¿ quién será tan necio que no tiemble, que se asegure , y no tema caer ~ Qui se ext'stimat stare ; 'VÍ– Jeat, ·ne catlat; decía el apóstol san Pablo (b). Y aun qaaudo vivierais muchos años en gracia , i quién (a) E ccles. c. rx. v. r. (b) D. Paul. Epist. 1. ad Cor, c. x. v. 12. \

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz