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76 Sermon TIT. Jesuchristo con un dolor el mas vivo; y por último en la presencia de los hombres con una confesion entera. ¿No es es- ta, á la verdad , la historia de Magdalena penitente? Oidmé con atencion. El primer tribunal , en que ella se reconoce culpada , es segun san Agustin, el de su mismo corazon , es el de su propia conciencia : Ascendit tribunal mentis sue (a). Allí, desde el momento que conoció á Jesuchristo , vió una infinidad de maldades , que ántes no veia. Vió un corazon perdido por el amor de las criaturas , una memoria alimentada de impuras imaginaciones , un espíritu enemigo de todas las reflexiones serias y provechosas , una carne regalada con todas las deli=, cias de la vida; y lo peor de todo, una indulgente seguridad entre estas funestas disposiciones : vió un corazón enamorado del mundo , entregado á sus placeres , sectario de sus leyes, sus costumbres y sus modas , y enemigo de toda mortifica= * cion : vió una conciencia sin arreglo, sin exercicios de piedad; sin obras de misericordia , sin: atencion: á sí misma, sin cari. dad con el próximo , sin servicio del Señor : vió que habia abusado de los dones de la naturaleza , y que tenia perdidos los bienes de la gracia : que su hermosura se habia converti=. do en ruina de sus próximos, sus palabras en adulacion , su compañia en contagio : vió que su fe estaba muerta, su es- peranza habia degenerado en presuncion , y. toda su religion era aparente : vió que su misma conciencia la reprehendia sus desordenes y sus excesos , que no habia amado sino lo que la dañaba, mi habia buscado sino lo que la perdia ::que los malos exemplos la habian arrastrado , las ocasiones precipita- do y divulgado sus escándalos en toda la ciudad : Mulier que erat in civitate peccatriz. Ella, en fin, vió en su cora- (a) $. Augustinus.

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