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PróLoGo. oir sú voz en los.mas retirados claustros , instruyendo la mas ilustre porcion del rebaño de Jesuchristo , las religiosas espo- sas! del Señor «.que,aquí entra en los quarteles para predi- car á la tropa formada en batalla, y llamada á son de caxa para oirle ; y allí pisa con recato el. recinto de las casas de corrección para ¡enseñar el temor de Dios y la observancia dela divina ley á aquellas mugeres : que en este pueblo se le ve en las cárceles , y en el otro en los hospitales ,.pro- curando,en todos que ninguno se excluya de-la luz de. su doctrina , la que á todos desea comunicar. abrasado en cari- dad : un hombre de esta clase ¿no deberá tener formado su método, y determinado su régimen para tener lugar para to- do, para:atender á.todos, y no desfallecer .en la concurren» cia y complicacion de tanta variedad «de acontecimientos? Sin duda alguna. El misionero perdería en breve la yoz , per- deria las fuerzas , perderia la salud , y lo que es incompara- blemente mas sensible , perderia su reputacion, su probidad, su conciencia y su alma ,-si.con grandísima diligencia no ob- servase unas reglas invariables en la conducta de una vida edificante , en la aplicacion al estudio , en la preparacion á sus sermones y doctrinas, en la asistencia al confesonario,y en el trato con los huéspedes y con los que le visitan y tratan. Bien conocia esta verdad el célebre padre Calatayud que escribió un tomo bastante abultado sobre el método de mi- sionar , agotando al parecer quanto puede apctecerse en el asunto. No la ignoraban. tampoco :el..ilustrísimo prelado y fervoroso misionero: Bertran, obispo de Salamanca é inqui- sidor general, ni el apostólico padre Sevilla, capuchino, pues uno y otro nos dexáron , aunque en pequeño volúmen , exce» lentes reglas para que los misioneros lléenasen dignamente sus obligaciones. Yo:lo he. experimentado tambien., sin. embargo de que:los veinte y. seis años que he empleado en el santo

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