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AE A A A 66 SermMoN TI. decer un dolor continuo por la estrechez en que las oprime la cotilla? ¿No sufris que os estén atormentando horas ente- ras por componer el cabello, y que formen de él un tirante que solamente los mártires del demonio puedan tolerarle? ¿No te- neis sobradas fuerzas para estar las noches enteras sin dormir, brincando y saltando en los bayles? ¿Hay penitentes en el mundo que por servirá Dios lleven mas cilicios en los pies, en los brazos , en la cintura y en la cabeza , que llevais voso- tras por servir al demonio? ¿Y despues decis que sois deli- cadas? ¿Que el ayuno os ocasiona vapores, el cilicio causa desmayos , y el nombre solo de disciplina os horroriza? ¡ Ah señoras! Entended que el decreto está dado tambien para vo- sotras , por mas delicadas que seais: ó infierno ó penitencia: Nisi penitentiam habueritis , omnes similiter peribitis. Vosotros , hombres tercos y vengativos , ¿quántos viages emprendeis , por mas delicados que seais, quando se trata de finalizar un pleyto, acaso injusto? ¿Quántos soles , quán» tos frios, quántas incomodidades en las posadas, en los caminos, en los tribunales , en la corte? Madrugais aun en los dias mas ásperos del invierno , para visitar con una importunidad enfadosa al empeño que os ha de favorecer, á los jueces que han de votar, al relator que ha de exponer vuestra causa , al abogado que la ha de defender, y á todos los demas que han de intervenir. Vosotros sacrificais vuestros caudales , exponeis vuestra salud , y atropellais por todo para satisfacer vuestra venganza , para confundir y arruinar á vuestro contrario , sin que os cause pena separaros de vuestra muger , ausentaros de vuestros hijos , y abandonar vuestras haciendas; y quando se trata del negocio mas interesante , del mas necesario , que es la salvacion de vuestra alma , cuyo pleyto con el demonio se ha de ver en breve en el tribunal de Dios, ni dais un paso para interponer los ruegos de los santos, ni aplacais la justa