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die lot SermoN II siga el cielo, sino hiciere penitencia , y penetrado de dolor sienta vuestras ofensas; pero bien sabeis , Dios mio, que ni la penitencia interior , mi la exterior, podemos practicar sin los auxilios de vuestra gracia : concedédnosla eficaz y podero= sa , para que lloremos nuestros pecados , y hagamos frutos dignos de penitencia. Hacedlo así, gran Dios , por la interce- sion de vuestra purísima Madre. Interceded por nosotros, Vír- gen inmaculada , pues sois abogada de los pecadores , para que alcancemos por vuestros ruegos la amistad de Dios en la vida , su eterna bendicion en la muerte, y vuestra amable compañía por toda la eternidad. PRIMERA PARTE Para convenceros de la indispensable necesidad de la pe- nitencia , no me detendré á referir una multitud de pasages del antiguo testamento , que establecen y prueban esta yer= dad. No diré que en el Eclesiástico está escrito : “si no hicié »» semos penitencia, caeremos en las manos de Dios vivo” (a); lo qual ya sabeis que es uná cosa horrenda y formidable, Tampoco diré que el santo Job, levantando la voz con toda fuerza, decia : “escuchad mis palabras, y haced penitencia; »» mirad mi exemplo , é imitadme en la penitencia” (b). No diré que el profeta Ezequiel clamaba á todos, y les decia: “ convertios, y haced penitencia de todas vuestras iniquidades, »» y no Os causarán ruina eterna vuestros delitós” (c). Nada de estas y otras verdades que á cada paso se nos ofrecen en el an- (a) Si penitentiam non egerimus , incidemus in masus Domini. Ec cli. €. 11, y. 22, (b) Audite queso sermones meos y €f agite penitentiam. Job , c. Xxx y. 2. et €. Xul. y. 8, (c) Convertimini, et agite penitentiam ab omnibús iniquitatibus ves- tris , et non erit vobis in ruinam óniquitas, Ezech, C. xy111. y. 30.

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