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dd - P . Ñ E ee e a PRÓLOGO. bado los que por muchos años se han dedicado al santo y divinisimo exercicio de las misiones , procurando la mayor gloria de Dios, y la salvacion de las almas con to- do aquel lleno-de virtudes que corresponde á un verdade- ro ministro del Señor , que con el exemplo y la doctrina predica el evangelio , saben por experiencia que es menes. ter observar un cierto régimen en sus costumbres, y un par- ticular método en su conducta , sin el qual no podrian per» manecer en su ministerio , ni aprovechar á los próximos. Sus grandes tareas y continuados afanes se harian insoportables á ellos mismos , y como practicados fuera de tiempo resul. tarian inútiles , imprudentes, ó acaso perjudiciales á los otros, Todo debe prevenirse con sabiduría , todo debe executarse con prudencia , todo disponerse con oportunidad , si no se quiere que el mas santo de los ministerios se transforme en una confusion de ideas , de palabras y de acciones. Y cier: tamente un verdadero misionero que hace sus viages apie sin la menor prevencion de las provisiones humanas, como en- carga el santo evangelio : que entra en los pueblos mas nu- merosos y en las aldeas mas pequeñas á promover el culto de Dios , á reprehender los vicios, á cortar los escándalos, y á hacerse el objeto de la atencion de todos; cuyas palabras exáminan , cuyas obras reparan , y cuyos pensamientos bar= runtan , si no es parco en los alimentos , cortés y afable en su trato , reservado y circunspecto en sus visitas , edificativo en sus acciones , humilde , modesto , mortificado y caritativo; en una palabra lo dice el santo evangelio : si no junta la sim» A 2
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