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442 Sermoyn: XVII: rísima , no viajaban sus hijos 4 puebla alguno que no lle: vasen consigo la devocion á la Virgen para comunicarla 4 los demas. Vuelan á la América los Redines de Navarra , pa- san al Congo y otras provincias del Africa por órden-de Paw- lo V. Fr. Luis Caspense con otros once compañeros (a): caminan á la Rethia por mandado de Gregorio XV los Sigmaringas : marchan otros á la Asia, y se establecen en el Tibeth', en Pondicheri , en Madrás y otras Provincias: unos tratan de convencer los luteranos , calvinistas, «zuin- glianos y otros hereges : otros de instruir á: los indios en el conocimiento de Dios y de nuestros católicos. dogmas que del todo ignoraban: estos predican á los turcos, aque- llos á los hebreos ; y todos, poniendo su confianza en la proteccion de María que tan favorable experimentaban, lo- gran infinitos triunfos sobre las almas que ganan para Dios, arrancándolas del poder de satanás: Omitamos por ahora toda la serie interminable de las misiones «antiguas , que en las quatro partes del mundo han hecho y hacen: nuestros religiosos por especial mandato de la suprema cabeza de la Iglesia, y pongamos únicamente la atencion en nuestra España. Desde que Fr. Isidoro de Sevilla , aquel célebre predicador que hasta «la mas avan- zada ancianidad 'se exercitó en el santo ministerio dé lás mi- siones, empezó 4 invocar públicamente 4 María santísima con el dulcísimo título de Pastora divina de las almas el año de 1703, no es posible explicar el zelo con que to- (a) El papa Paulo V. escribe á Alvaro; rey del Congo, enviándole4 Fr. Luis Caspense de la Provincia de Aragon, y: Difinidor. general de nuestra órden , con otros once compañeros, cuya célebre y memorable carta puede verse al folio 226 del apéndiceá nuestros Anales Capuchinos, con otras muchas enviadas :4 los reynos mas distantes por los pontífices, recomendando á nuestros religiosos, _

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