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ZA 432 Sermon XVII atmósfera ; y sereno el cielo”, aparecen hermosos los benéfi- cos influxos de la luz del sol. Aprueba despues solemnemen- te la órden el mismo Clemente VII en su célebre bula , que empieza : Zelus Religionís. Confírmala Urbano” VIII en su bula, que comienza: Salvatoris, et Domini nostri Jesu Chris- tí. Y todos los Pontifices siguientes , hasta nuestros dias , la colman de gracias , privilegios y favores. Ved ya ahí , como de esa pequeña grey se forma un pueblo numeroso , que lle- na toda la tierra. Ved «como esa tierna planta crece , y se aú- menta hasta hacerse un árbol frondoso , cuyas ramas se ex- tienden hasta los extremos de la tierra. Ved , finalmente , co- mo protegidos de la Madre del Pastor bueno , edifican mo- nasterios, fundan provincias ; y recibiendo en su seno innu- merables hijos , se pueblan de Capuchinos los reynos y repú- blicas de Europa. Los príncipes , que mal informados ántes, pretendian su destruccion, pretenden ahora, atraidos del buen olor de sus virtudes , su compañía. España, Francia , la Bél- gica , Alemania , Polonia, Bohemia , Ungría , Italia , 4 com- petencia-los solicitan , los llaman, los convidan, Madrid se ilustra con los admirables exemplos de los Quirogas y los Chiusas. Paris se admira con las ilustres virtudes de los Joyo- sas y Lambalas. Roma se edifica con los estupendos prodigios de los Cantalicios y Raynerios, Viena se pasma con las obras maravillosas de los Brindis y Tifernos, Constantinopla ve cor- rer en defensa de la fe católica la sangre de los Leonisas. La Bethia se ilustra con el martirio de los Sigmaringas. Turin, Toscana , Córcega... ¡ Pero Dios inmortal! ¿Qué lengua de hombres ni de ángeles explicó jamas la longitud , la latitud y profundidad del poder de la Vírgen , como decia san Bernar- do, para proteger á su-pueblo? Leed nuestros anales , y ve- reis en ellos como la Madre del Pastor bueno asiste á unos Capuchinos en la hora de la muerte, 4 otros los lleva por

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