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» e A =D AS > TIA arde ret a a ia 0 77 ON = E _ = 396 Sermon XVL cipio del christianismo , ó los primeros siglos de la ley de gracia. Esta reflexion , señores , nos confundiria. Porque ¿qué veriamos entónces? ¡Qué horror! ¡Qué estremecimiento! Veriamos unos juezes implacables , unos verdugos crueles, que hacen padecer toda suerte de tormentos á unos hombres justos , 4 unas mugeres irreprehensibles , 4 unas doncellas pu- ras , á unos niños inocentes , 4 unos ancianos venerables. Ho- gueras , planchas, parrillas , ecúleos ; ruedas catastas , espa- das , puñales , sierras, lanzas y otra infinidad de instrumentos horribilísimos , preparados todos para hacer morir Á unos christianos humildes , perseguidos , encarcelados , azotados, ¡qué dolor! Veriamos unos christianos pacíficos , castos y ca-. nitativos , desquarrizados y muertos. Unos christianos , que no hallaban seguridad en los montes, ni en las breñas, en los po- blados , ni en los desiertos : que para asistir al incruento sa=: crificio , Ó para recibir el augusto sacramento , les era necesa- rio ocultarse , esconderse , enterrarse vivos en las cabernas, en los subterráneos y. en: las entrañas mas hondas de la tierra. Veriamos, sin embargo , 4 estos christianos fieles á Dios; ca- ritativos con sus próximos , mortificados en sí mismos, llegar enmedio de estos horribles obstáculos 4 una «santidad prodi- giosa , que nos llena de confusion. Pero yá que: no me pro- penga convenceros con esta demostracion tan brillante, decid- me á lo ménos ¿qué alegareis para no ser santos en vuestro es- tado, como los santos que veneramos en los altares lo fuéron en el suyo? ¿Alegareis el temperamento fogoso? Ellos con la virtud le reprimian. ¿Alegareis el genio? Ellos le com= de batian. ¿Alegareis la vanidad? Ellos la despreciaban. ¿La en- fermedad? Ellos pacientemente la toleraban.. Opondreis aca- so algunas de vosotras Ja delicadeza de vuestro sexó. ¿Pero qué? Las Eulalias , las Justas, las Rufinas , las Rosas , las Catalinas , las Bárbaras ¿no fuéron tambien doncellas delica-