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374 Sermon XV, como el alma no pretende mas que el agrado del Señor, lue» gole abraza y le sigue; y entrando en él, conducida de la divina vocacion , se halla colmada de gracias , para llenar dig» namente sus obligaciones , desaparecen á su vista todos los trabajos , goza de una paz inalterable , vive en amistad de Dios , y muere santamente. Ved aquí el primer paso de una alma que desea acertar con su vocacion. Acudirá Dios, in- terponer la proteccion de María santísima y los santos, y vi- vir exemplarmente. ¿Lo habeis oido, y lo habeis hecho así vosotros? Dad glo- ria 4 Dios , y no querais mentir al Espíritu santo. Al entrar en el estado del matrimonio ¿os acordasteis de Dios? ¿Le pe- disteis con instancia de oraciones que os manifestase su adorable voluntad , no solo en órden al estado , sino tambien á la per- sona con quien debiais contraerle? ¿Fué la pasion ciega , ó.el vicio vergonzoso el que os introdujo al matrimonio? ¿Llegás- teis cargados de inmundicias á poner sobre vuestros hombros aquella coyunda inseparable , aquel sagrado vínculo, que tan duro y excesivamente pesado le habeis sentido despues? Si es así , quejaos de vosotros mismos, que en vez de mirar á Dios, solo atendisteis á las conveniencias temporales , al nacimiento ilustre , á lá hermosura de la persona, á las riquezas perece= deras , ó á otros fines mas criminales y malignos; ó quejaos de vuestros padres , que os compeliéron á un estado ,ó uniéron á una persona, para la que Dios no os queria. Ellos y vosotros pagareis aun en este mundo con tristes é infructuosos arrepen- timientos este primer desórden. No condeno que se atiendan las conveniencias temporales al entrar en los estados, y pre- tender los empleos; pero aseguro que el no recurrir primero á Dios, poniéndole por único y último fin de nuestros intentos, y mirar atentamente si aquel estado, si aquella persona, si aquel empleo es el mas á propósito para nuestra salvacion ,.es un

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