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CoyxTRA LA CURIOSIDAD. a 345 est utilitas. Ella es hija de la ociosidad , hermana de la per- turbacion , madre de la inquietud, y abuela del. desór- den. La curiosidad nos eleva con una. temeraria presuncion á buscar lo. que supera nuestros alcances, y ella misma nos abate á inquirir con imprudencia las cosas inferiores á nosotros, que no merecen nuestra atencion. La curiosi- dad es un obstáculo á nuestra fe , y es un escollo á nues- tras buenas costumbres. ¡Quién lo creyera! Pero ¡ah! que el Espíritu santo dixo con muchísima razon por boca de Jeremías: Et tu queris tibi grandia? Nolli querere. Tú andas buscando con una vana curiosidad muchas cosas gran- des : no las busques. ¿Por qué? Por ser esta vana curiosi- dad muy perjudicial á tu fe y 4 tus buenas costumbres. Es perjudicial á la fe: yo lo demostraré en la primera parte. Es perniciosa 4 tus buenas costumbres : yo lo haré ver en la segunda parte. Vos Señor y Dios altísimo, que penetrais los corazo- nes de los hombres, y mirais quanto les perjudica este des. órden , haced entender á mis oyentes el cuidado que de- ben poner cada uno en su propia salvacion, sin tomar par- te en estos vanos y perniciosos pensamientos. Esta es la gracia que os suplico por la intercesion de vuestra purísi- ma Madre , cen cuyo patrocinio voy á dar las pruebas de las dos verdades, que acabo de proponer. PRIMERA PARTE. No equivoqueis , señores mios , las cosas. Quando vengo a hablar contra la curiosidad, no habeis de entender por tal aquel natural deseo que todos tenemos de inquirir y saber lo que ignoramos. Este es el fundamento de todas las artes, de todas las ciencias , y aun de todas las fe- licidades. Si se acabara en los hombres esta buena curio- TOM. IL XxX

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