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SOBRE EL NÚMERO DE DIAS, «Kc. 335 to , de los atractivos de la divina gracia , y de los llamamien- tos de Dios ; y ántes de entrar en su casa se queda muerto en el camino. ¿Qué es esto? Hec est amphora , hec est mensu- ra. Llenó el número: de sus pecados con la ingratitud y re- beldía'4 los. auxilios de Dios ; y fué 4 pagar en el infierno los torpes deleytes de su cuerpo. Acaba el otro cortejo de ofen- der á Dios, ocultando su abominable comercio con la másca- ra de las visitas corteses, y amistades inocentes , y en los bra= zos de su ídolo es invisiblemente herido de la justicia de Dios, que le iba ¿los alcances , y esperaba aquel último pecado pa- ra arrojarle al abismo. Comulgan sacrílegamente aquel y aquella , por callar vergonzosamente sus culpas en la confe= sion', por reincidir con freqiienciaen sus desórdenes , por no tratar seriamente de enmendar la vida despues de tantos años que viven pecando, y bebiendo como agua la maldad, y pen- sando que faltan muchos pecados para llenar su número , se engañan lastimosamente , pues no faltaba mas que aquel para llenarse el cántaro , para caer á lo profundo , y para quedar perdidos por toda la eternidad. Hombres que me ois, muge- res que me escuchais, ¿qué es esto? Hec est amphora , hec est mensura. La medida está para llenarse , el cántaro va ya á-hundirse: acaso falta solamente un solo pecado , acaso fal- tarán tres, ¿y pecais? ¿y os arrojais con "serenidad á cometer el pecado? ¡Espantosa temeridad! Dios tenga misericordia de nuestras almas , para que no se llene el número de los auxi- lios , que es la materia de la TERCERA PARTE. Como Dios nuestro Señor nada obra en tiempo , ni por sí inmediatamente , ni por medio de sus criaturas , que no lo hubiese visto y decretado desde-la eternidad del mismo mo- do que habia de suceder ,-es forzoso decir, que así como de-

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