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256 SermoN X. tuá de nuestra soberbia se despedace al impulso de la pie- dra Christo : para este feliz momento , en que avergonza- dos , confusos , y sin atrevernos á levantar los ojos, nos ar- rojemos á los pies de Jesuchristo crucificado á pedirle mi- sericordia. Sí, Dios mio , criador mio y mi amable redentor: no- sotros , viles gusanillos de la tierra , tuvimos la bárbara osa- día de levantar la mano contra vuestra omnipotencia: con- tra vos, Rey inmortal de los siglos, que con un mirar yues- tro podeis trastornar los montes , desplomar Jos cielos , y reducir 4 su primitiva nada toda esta máquina del orbe. ¿Qué hicimos , insensatos de nosotros? Volvernos los hijos con=- tra su Padre , los discípulos contra su Maestro , los cauti- yos contra su Redentor , y las criaturas contra su Criador. ¡Qué necedad ! ¡qué locura! Vos teniais poder para cas- tigarnos , lamas á que arrojarnos , demonios á que entre- ¿garnos , y eterno infierno en que sumergirnos : sin embar- go, tanta es vuestra clemencia para con nosotros, que en vez de castigarnos nos haceis favores , en lugar de arro- jarnos al infierno , nos ofreceis el cielo , y nos dais leccio» nes de humildad , para destruir nuestra soberbia. Aprended de mí, decis , á ser mansos y humildes de corazon. ¡O lec- cion saludable! ¡leccion divina, digna de grabarse en todos nuestros corazones! Aprended de mí, no á criar los cielos y la tierra, no á resucitar los muertos, y mandará todos los elementos , sino á ser humildes y mansos de corazon. ¿Quién tendrá excusa para.no hacerlo? Podremos tener ex- cusa para no. ayunar , para no viajar con los-pies descal- zos , para no aplicarnos cilicios , exercitarnos en disciplinas sangrientas , y en otras provechosas mortificaciones; pero no tendremos excusa para dexar de ser humildes y mansos de corazon : no la tendremos ciertamente para no humillarnos

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