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CONTRA LA SOBERBIA. 255 gonzará delante de Dios , y sin atreverse á levantar los ojos bañados en lágrimas , esperará el perdon de los pecados? Mirad á este humilde Publicano, y á aquel Fariseo sober- -bio , cómo entran en el templo santo para orar. El Fari- seo lleno de presuncion, y pagado de sí mismo, se alaba de sus bienes y buenas obras , se jacta de sus ayunos y ob- servaciones legales ; y dice de esta manera : gracias te doy, Señor , porque no soy como los demas hombres injustos, adúlteros , robadores , como aquel Publicano que está: allí: yo ayúno dos veces cada semana, y pago fielmente el diez- mo de todo quanto poseo: Phariseus stans, hec apud se erabat (a). Esta era la oracion de aquel soberbio Fariseo, Por el-contrario el pobre Publicano , conociéndose pecador, y humillándose delante de Dios , retirado á un rincon del templo , sin atreverse á levantar los ojos, heria su pecho, y decia de esta suerte: Deus, propitius esto mihi pec- satori (b): Dios y señor omnipotente, tened piedad , y usad de misericordia con este pobre pecador: Dios omnipoten- te y santo, tened misericordia de mí, y perdonad mis pe- cados. Entra luego la sentencia de Dios, y dice: en ver- dad que este humilde Publicano volvió justificado á su ca» “sa5 porque escrito está : el que se ensoberbece será humi- llado, y el-que se humilla será ensalzado. ¿Para quándo, oyentes mios muy amados , para quándo aguardamos á arro- jarnos á los pies de Jesuchristo crucificado? ¿Para quándo dexamos el imitar al Publicano penitente , ya que le imi- tamos errante? Para ahora , para este instante, para este feliz momento , en que esta soberbia torre de nuestro or- gullo caiga y se desmorone al impulso del viento de la di- vina gracia ; para este instante, en que la arrogante esta» (a) $. Luc. c. xvmr. v. 11. (b) Ibid. v. 13.

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