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pe E mo. pm mn mr : raid 4 A “9 4 ON - - - E — AE ; a SosrE Los PericGrós , Sc. 187 nas, sin pensar en hacer el menor aprecio de la amistad divina? ¿Quántos hay que estiman prácticamente mas. la amistad de la: culpa, que la de-la gracias la ode «la: tier- ra, que la del cielo: la de la criatura, que la del «cria- dor? ¿Quántos que buscándolos Dios por amigos con ¡ns- piraciones santas , con provechosos remordimientos de con- ciencia , con ilustraciones á su espíritu, ellos (¡ó incom- prehensible estupidez ! ) vuelven das: espaldas :4 su Dios, no le quieren por amigo, y Corren presurosos tras un múndo , unas pasiones, y unos deleytes que se les hu- yen y deslizan entre «las manos, sin llegar jamas á po- seerlas; Ó que los dexan fastidiados en el inmediato momen- to de su breve -y fugitiva posesion ?:¡ O pobres pecadores de mi alma! ¡qué lastima me causa vuestra triste situacion! ¿Quereis salir de ella? ¿Quereis como hijos pródigos y arrepentidos volver 4 la amistad de vuestro buen padre Dios? ¿Quereis reconocer , servir y adorar á nuestro ama- ble Redentor: aquel gran Dios que dexando en el cie- lo -4.'sus amigos los ángeles ,: vino -á la tierra 4 buscar los hombres enemigos suyos por el pecado? ¿Quereis amados hermanos mios? Pues. vedle «aquí que siempre está cerca: de 'los que: le invocan 'con- verdad , y le buscan con sinceridad. Mi: Dios, mi amable Dios, que me hiciste de la nada 4: vuestra Imágen y semejanza, para que os conociera y amara en esta vida, y os gozara en- la eterna, «Pero ¡ay de mí! ¿Cómo he cumplido con estos adorables designios de «mi buen amigo: y mi Dios? Mi Redentor piadosísimo que pa- deciste los tormentos mas crueles , las mas atroces ignomi- nias , y la muerte mas afrentosa por hacerme tu amigo, por ganar mi alma, porque no se pierda mi alma: ¿es posible que yo haya pospuesto tu> amistad 4 un deley- 42 2