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De La ETERNIDAD. 121 ¿Por qué aquel hombre procura con tanto empeño sus as- censos para unos dias tan cortos, y no da un paso para su felicidad en unos años eternos? Ya lo he dicho: porque no piensa en la eternidad : ef mon est qui recogitet in cor- de. ¿Por qué aquella muger emplea tantas horas en adornar su cuerpo corruptible , que será en breve comido de gu- sanos en un sepulcro, y no ocupa siquiera dos instantes en adornar su alma inmortal? ¡Ay ! Yo no dudo repetirlo: por- que no piensa en la eternidad : ef non est qui recogitet ín corde. ¿Pues qué? la eternidad , sí, esta espantosa eter- nidad , ¿no es digna de nuestros pensamientos? ¡Ay que sí, christianos mios! ¡ay que sí! Pero los mortales rodean el mar y la tierra, sudan , se afanan y fatigan para buscar su comodidad temporal; y no se mueven ni dan un paso para asegurar su felicidad eterna, porque no piensan en ella: et non est qui recogitet in corde. Venid pues , mortales : venid á la casa de vuestra eter- nidad con el pensamiento , ántes que entreis en ella con la realidad. Venid, y procurad saber qué cosa sea la eter- nidad , y quáles sus propiedades; y espero en Dios nues- tro señor , que con este tan sencillo, pero útil pensamien- to, habeis de abandonar todo afecto indebido á las criatu- ras , y le habeis de poner en vuestro Criador: habeis de llorar vuestros pecados , y hacer frutos dignos de peni- tencia. Dios eterno , abrid á nuestros ojos las puertas de aquel espacio infinito, en que nuestra alma eterna gozará una di- cha sin término , ó experimentará un tormento para siem- pre, una gloria eterna, ó un eterno infierno : abridlas 4 nuestros sentidos por la intercesion de María santísima , pa- ra que conociendo que nuestra alma es eterna, nuestro des- tino eterno , y vos, Dios mio, eterno , despreciemos lo tem- TOM. 11. Q in E o di E. e E a E deaO A et É ? | 3
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