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á A SEGUNDA PARTE. | L Justo para serlo, y asegurar el refrigerio de A su descanso, necesita sobre lo dicho: insistir en la perfección de sus obras, 0:en procurarla con ar- dor ,empeño , y eficacia. Noes lo mismo , en doctri- nade mi venerable Subtíl Maestro , hacer lo que es justo , que obrar justamente. Aquello se verifica en qualguiera accion arreglada; y esto solo quando la obra segun todas sus circunstancias es cabal , perfee- ta, y meritoria. La perfeccion ,una es esencial, y preceptiva 3 otra accidental , y de consejo. La prime: ra consiste en el exácto cumplimiento de los precep- tos gravemente obligatorios. La segunda añade el uso. de los eonsejos , maximas, y reglas que como medios nos llevan a la perfeccion. Asi lo enseña el Señor Santo Thomás. ( 1 ) La esencial debemos tenerla , la accidental obliga el procurarla. Ámbas exigen de no» sotros dos cosas: el Heno, o plenitud de nuestras obras : la eleccion , y eluso de los medios, E 6 1 E esta obligacion de dár a las obras el lleno, ple: nitud , y complemento, que les es debido, nos instruye el Espiritu-Santo , segun varias exposicio: : nes», AH pera” on (1)"5 Thom. 2. 2. quest. 134. artic. 3» in eorpojes
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