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59 tor” para évitarla no solo la éulpa mortal; si tambien la venial, y su costumbre. No intento decir con esto, que no pecaba ni venialmente , si solo la eficacia con que pro» curaba salir de el despues de haverle cometido. Sabido es lo frecuente , y repetido de sus confesiones , y que no se Yecogía por la noche sin primero reconciliarse , si se reco» nocía con algun defeéto venial notable, que huviese co- metido en aquel dia. A esto añaden sus domesticos , que mui de ordinario le notaron levantarse a deshoras de la noche , buscar a su capellan, ú a otro Sacerdote, que se hallase en casa , rogarle se vistiese para oirle en confesion, y absolverle de alguna venialidad no confesada de que se huviese entonces acordado. Sabia que, al modo de la le- wadura, que una pequeña porcion suya basta para corrom- per toda la masa , asi el pecado venial aunque actual, y uno solo ,'es suficiente-para ocasionar notables daños, y graves perjuicios en el alma; y de aqui inferia la necesi. idad de elegir, y usar varios, y diversos medios tanto pa- Ya alejarse de su costumbre, quanto para procurar la per- feccion 4 que estaba, y estamos todos obligados. No camina bien, ni aspira.como debe ¡ la perfeccion de la virtud aquel , que quitando los impedimentos no añade el uso, y praítica de los medios , que a ella lo con- ducen. Estos unos se miran, y son como instrumentos; otros como meros subsidios para mas facilmente conseguir- la. El Santo Abad Moisés, citado para este intento del "Señor Santo Tomás (1) nosdice ,, que la meditacion, los », Ayunos, las vigilias , y demás generos de mortifica- y» 'Cion son los instrumentos , y los medios. por donde se ss>llega, y con que se sube h la perfeccion. ** En efecto, ella es necesaria para adquirir la santidad, d verdadera sa- biduría,- la qual no puede hallarse en aquellos que delica- da- E ) 5, Thom d. 9. q- 184» arta 3" ln COrpore, a

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