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ula la Bondad suma... Y cuando á hundirse en el polvo Iba el gran Dios de la altura, En noble arranque fray Diego Corre á servirle de ayuda; Y al ir á cogerle amante La Cruz, que al suelo le empuja, Exclama el Verbo humanado Con severidad augusta: —¿Cómo te he de dar la mía, Si no puedes con la tuya?— Atónito quedó el fraile, Cual si un ángel en la altura De las regiones lumínicas Le abriera la puerta ebúrnea. La visión desaparece, Dejando fuerte y robusta El alma que antes estaba Llena de temor y dudas. No pudo encontrar fray Diego, Ni en las Santas Escrituras, Enseñanza más sublime Ni lección más oportuna. Dueño la visión le deja De aquella paz y ventura Que las almas escogidas
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