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Los ie: que, invisibles ] Aquel acto contemplaban, Para no mover riiido Plegan sus ligeras alas, Y la multitud curiosa Profundo silencio guarda, Escuchando de uno y otro La vigorosa palabra. » —¿Cuál es tu nombre, muchacho? —José Caamaño me llaman. —Y entre nosotros ¿qué buscas? —La salvación de mi alma. —¿Y no pudieras salvarte Quedándote allá en tu casa? —No, padre; porque estoy cierto De que tan sólo se salva Quien cumple de nuestro Dios La voluntad soberana. —Luego ¿es voluntad divina Que dejes padres y patria? — Así una voz misteriosa Se lo asegura á mi alma. —Y ¿qué te mueve á escoger Nuestra pobreza extremada? —El hacer más penitencia, Vivir una vida santa Y ser después misionero