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La Hor solemne de fatal consigna. ¡Ay! la enferma se agrava por momentos: Ni oye, ni ve, y el estertor principia... Y, en tan crítico instante, el padre Cádiz Vino á su mente con tenaz porfía: Entiende al punto, por aviso célico, Que, Quien, por ella en Cruz, ostentó espinas, Quiere, por mediación del Capuchino, Curar su mal y prolongar su vida, Para que se ejercite luengos años De Santa Caridad en obras pias. En el acto la joven moribunda, Con ardor que la fe le comunica, Cumpliendo los designios eternales, Demanda al Venerable muy solícita: «Que si el milagro de instantánea cura Elevarlo al altar puede algún día, Le alcance en el instante del Dios Sacro La curación del mal de que agoniza.» No bien percibe el ánima del monje El ruego fiel de la expirante niña, | Del alto Empíreo, cual arcángel fúlgido, Le trajo la salud apetecida. Completamente sana, abrió los ojos; Extiende absorta la asombrada vista, Y no halla á nadie, no: las enfermeras, Viendo que ya la muerte se aproxima, 17

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