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20 o TDS - 255 Ara Por dejar pronto el «Valle de las lágrimas», Y los dolores que la martirizan, Con grande afán y célico entusiasmo Á la eternal mansión partir ansía. Que á Fray Diego de Cádiz se encomiende La Superiora ruégale solícita, Porque la intercesión del Venerable Del Dios amor su curación consiga: Mas ella, como está tan bien dispuesta ¿Para qué la salud ya necesita? El confesor le ha encomendado el alma; Sabe que á entrar va presto en la agonía, Y no quiere impetrar favor ninguno Que pueda prolongar su humana vida. Pero la Superiora ¡la ama tanto! Que perder teme la mejor novicia, Y, con la caridad de su instituto Y la fe santa que su regla inspira, Postrada ante la imagen de fray Diego, La salud pide de su amada hija. Aquella madrugada, cuando en calma Yace todo en el cuarto de la tísica, Cuando la luz de incierta mariposa, Próxima ya á extinguirse, triste oscila, Maravillosa claridad distingue, Allá lejos, la agónica novicia; Vió una sombra después cruzar la estancia,