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Salió brillante la luna Tras las vecinas montañas, Y al penetrar con sus rayos Por las góticas ventanas De la iglesia, halló á fray Diego Suspenso sobre las gradas En éxtasis delicioso... Despidiendo de su cara Resplandores celestiales, Que el ancho templo llenaban. Angélicas harmonías, Dulces, misteriosas, vagas, Resuenan en la capilla, Y sus notas acordadas Se pierden en el espacio, Lo mismo que entre las ramas De bosques enmarañados Los trinos de la calandria. De entre aquella melodía Salió vigorosa y clara | La potente voz de un ángel, Que, en proféticas palabras, Descubriendo lo futuro, . . Así á fray Diego le habla: «Diego, el pueblo que has salvado Con tu ruego fervoroso

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